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Javier Mas, el músico español que puso a Cohen de rodillas

La vida de Javier Más (1952) cambió para siempre tras una llamada de teléfono en las navidades de 2007. Al otro lado del aparato estaba Leonard Cohen con su voz rota y pausada. El poeta canadiense acudió a Más para pedirle ayuda en su regreso a los escenarios tras más de una década alejado de ellos. Esa llamada tuvo lugar después de una sucesión de casualidades, de esas cosas que tiene la vida que acaban suponiendo tremendos giros en el guion marcado de nuestras existencias. La primera de esas causalidades fue un disco de homenaje a Jackson Browne, un disco coordinado por el poeta Alberto Manzano, traductor y amigo de Cohen. Alberto y Javier se hicieron amigos y cuando Manzano, años después, decidió organizar un disco homenaje a Leonard Cohen con artistas españoles e internacionales pensó en Javier para la dirección artística del álbum. En aquel sentido homenaje también participaron Anjani Thomas, pareja sentimental de Cohen en aquel momento, y el hijo del cantante canadiense. Cuando Anjani regresó a casa decidió poner aquel disco a Cohen. El poeta escuchó con atención y quedó maravillado por los evocadores arreglos que Más había hecho de unas canciones que llevaba décadas escuchando. “Cuando volví a EEUU le dije a Leonard que Javier sería una gran elección para su regreso”, explica Anjani Thomas en ‘Hora 25’. “Le puse algunas canciones del aquel disco y él buscó más cosas de Javier, le gustó y decidió llamarle para que se sumase a su gira”, añade la cantante. Aquel disco –incluso el de Jackson Browne- fue el punto de partida de la fascinante historia de Javier Más, un multiinstrumentista fabuloso capaz de viajar del Magreb a África pasando por Andalucía, los sonidos gitanos o el aroma del Mediterráneo.

En ‘Hora 25’ hemos querido contar esta historia y hablar con sus personajes -con Alberto, con Anjani y con Javier- con la intención de plasmar la gran aventura de este guitarrista que de adolescente tocaba las canciones del canadiense y que desde hace más de cinco años comparte viajes, hoteles, comidas y escenarios con uno de los artistas más relevantes de la música, un hombre que en cada concierto se arrodilla ante Javier y se queda ensimismado con los sonidos que Más ha creado para su música.

La historia que queremos contar comienza con una llamada de Leonard Cohen, ¿cómo fue aquella conversación? Fue una cosa bastante casual. Me había mandado un mail antes diciendo que le habían gustado mucho los arreglos que había hecho para el disco homenaje de 2007. Me decía que le habían gustado mucho y que si se los podía enviar. Luego me llamó, sería por Navidad de aquel mismo año. Era por la noche y estaba a punto de irme a la cama. Me quedé sorprendido y la verdad es que le confundí con un amigo africano que también tiene la voz grave. Le dije que era un poco tarde y ya me dijo que era él. Empezamos a hablar y me dijo que quería volver a actuar y me preguntó si estaría dispuesto a acompañarle. Tenía que arreglar problemas con los managers y preparar la gira. Un año después me llamó y ya concretamos los detalles pero la primera llamada me pilló totalmente por sorpresa.

Sobre el escenario Cohen te ha dado mucha libertad. ¿Qué es lo que te pidió que hicieras?, ¿cómo quería que le ayudaras? Leonard me dijo que llevaba quince años sin tocar la guitarra y que estaba preocupado, quería que le ayudara a retomar la guitarra y a ensayar sin prisas. Cuando decidimos los instrumentos que iba a tocar, la bandurria, el laúd, el archilaúd, empezamos a ensayar y él me dio absoluta libertad, me dijo que me inspirara, que no me preocupase de nada y que fuese tocando. A partir de ahí empezamos a tocar. Yo fui sacando los arreglos que había preparado para su disco homenaje y sobre ellos fuimos trabajando y adaptando todo a su tonalidad y voz. Iba tomando  notas en el hotel y fuimos construyendo mi parte. Me dejó que me expresara y fue muy bonito, un sentimiento muy libre. Lo que veíamos que no quedaba bien lo íbamos cambiando.

¿Y cómo es Leonard Cohen? Pues es un hombre muy majo, entrañable. Es una persona muy inteligente y un gran poeta. Llevo seis años trabajando con él y es una persona muy agradable, una buena persona y un buen jefe. Es muy comprensivo pero también muy estricto. Está siendo una experiencia muy interesante.

Sobre el escenario Cohen es uno de los músicos que más transmite, crea una peculiar sensación de cercanía con el público y estamos hablando del público de un gran pabellón… Es así, es igual fuera del escenario. Representa la canción pero no está actuando. Hemos viajado mucho y es un gran hermano. Hemos pasado mucho tiempo juntos y es un caballero. Me lo encuentro por la mañana, vamos a tocar un café y es igual, incluso lleva el mismo sombrero y casi siempre viste de traje.

Cuando te incorporaste a la banda de Cohen tuviste problemas con el sindicato de músicos estadounidenses… Sí, fue lo primero que nos pasó. Hablé con él en 2008 y me dijo que fuese para EEUU lo antes posible. Aquello me sorprendió. Me dijo que me llamaría su abogado para solucionar los papeles y ahí fue cuando surgió el problema con el sindicato. Es un sindicato muy cerrado y hubo que hacer cartas explicando que los instrumentos que tocaba los tenía que tocar yo en concreto y que no había músicos en EEUU que tocasen lo que toco yo. También tuve que ir a la embajada y pedir la visa, fueron dos meses de muchos papeles. Todo enero y febrero de 2009. Tuve que explicar mi currículo pero al final conseguí un visado muy bueno con el que puedo tocar en todo el mundo.

Cuando empezaste a tocar solías hacer canciones de Leonard… Bueno, empecé antes de aquello. Empecé a los 9 años con la bandurria haciendo música popular y con el boom del rock me pasé a la batería con un grupo que imitábamos a los Kinks. Luego nos llegaron los cantautores gracias al programa de radio que hacía Ángel Álvarez, que traía discos de Dylan, Cohen, The Band. Esa música me gustó muchísimo y empecé a tocar esas canciones y a traducirlas para entender las letras. Así aprendí inglés. Entre esos discos estaba ‘Songs from a room’ de Cohen, que me encantaba. Me sabía muchas canciones de aquel disco y que luego cuando he tocado con él me ha hecho mucha ilusión porque yo tenía 15 años cuando hacía sus canciones.

Y qué sentiste cuando Cohen se puso de rodillas por primera vez mientras tocabas…Pues vergüenza, bastante vergüenza. Aquello me llamó mucho la atención. Ten en cuenta que es mayor que yo… Cuando se puso de rodillas a cantarme le miré con cara de “no me hagas esto”. Luego en el descanso se lo dije, le dije que me daba vergüenza y le dije que no lo hiciera más. Leonard me dijo que le hacía ilusión hacerlo. Eso lo hizo en el primer concierto, en Canadá, cuando empezamos la gira. Yo ya le dije que no lo hiciera más pero me puso cara de pillo y me dijo que no, que le gustaba hacerlo y desde entonces lo hace cada concierto. Ya me he acostumbrado y me inspira, ahora le respondo con la guitarra cuando me canta una estrofa. No está mal.

Ahora llevas seis años en la carretera con Cohen, ¿qué es lo que más te ha llamado la atención de todo este tiempo? Muchas cosas. Lo más bonito es tocar para tanta gente. Empezamos en Canadá con conciertos pequeños, pero la cosa fue creciendo y empezamos a tocar ante más de 15.000 personas. Creo que lo que más me llama la atención es el recibimiento que tiene en todo el mundo. Se había retirado y de pronto sus canciones siguen sonando y ha habido un recibimiento que ni él se esperaba, además en todo el mundo, incluso en EEUU, donde me dijo que su música no había tenido mucho éxito. También me gusta el modo de plantear las actuaciones, que son de más de tres horas y que son actuaciones muy emotivas, además me ha puesto en un sitio importante, delante de todo, desde donde oigo muy bien a la banda y tengo al público justo delante.

¿Qué crees que hace especial la carrera de Cohen? Pues su obra, los grandes cantantes tienen 6 o 7 temas fantásticos y los demás están bien. Cohen, como Dylan y alguno más, tiene 30 o 50 canciones que son impresionantes además de ser un escritor brillante. Mucha gente viene a los conciertos por su poesía, muchos universitarios que estudian su poesía.

¿Con qué canción de Cohen te quedarías como espectador? Cuando era pequeño me gustaba mucho ‘You know who I am’ o ‘Bird on the wire’, después de girar con él me quedo con varias, pero me vuelve loco ‘Sisters of mercy’. Hay muchas canciones.

¿Y para tocar? Donde más me puedo expresar es en ‘My gipsy´s wife’, en la que hago una versión de bandurria que estoy muy contento y que sumado al violín queda un arreglo medio gitano que está muy bien, me gusta mucho. Cohen tiene muchísimas canciones con mucha variedad, me gusta mucho casi todo el repertorio. Pero como disco me quedo con ‘New Skin for the Old Ceremony’.

También has participado en ‘Old ideas’, el último álbum de Cohen Sí, fue una experiencia genial

También me gusta mucho ‘Tamiz’, tu disco en solitario Muchas gracias. Intento combinar el mundo del acompañamiento, he trabajado muchos años con María del Mar Bonet, Manolo García, Raimundo o Kiko, con mi música instrumental. Es una música poco comercial pero sigo haciendo mis cosas. En los viajes me agoto y tengo que aprovechar las vacaciones. Hacemos tandas de cuatro meses de viajes que son bastante intensas y acabo agotado. Aquí en España hacemos giras pero volvemos a casa cada semana, pero allí, como el mercado es el mundo entero, las giras son de enero a mayo y hay que llevar ropa de todo tipo. Ellos están acostumbrados y hay que aprender a descansar. Jackson Browne me dio algunos consejos porque si sales por la noche no aguantas. Yo desde navidades he salido muy poco y ando agotado.

Escucha la sección de 'Hora 25' con la entrevista a Javier Más

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