La locura de Puta Madre Brothers
Sin embargo, las canciones del grupo australiano llegan con un toque especial, con letras irónicas y absurdas que se mueven alrededor de recuerdos, vivencias y temas livianos y banales. La carrera de Puta Madre Brothers vive ajena a las normas y a las reglas. Tras debutar en 2010 con ‘Queso y cojones’, un álbum cuanto menos sorprendente, el grupo se metió en una eterna gira en la que fueron pariendo las canciones que darían forma a su segundo álbum, ‘It’s a Long Long Way To Meximotown’ (2012). El grupo ha editado estas dos peculiares joyas a su manera: sin contar con sello discográfico ni distribuidor oficial. Su música se ha expandido por azar, tras gustar, sin parar, con muchos conciertos y un efectivo boca a boca.
El experimento, que bien podría parecer un chiste, funcionó bien en su casa y el grupo comenzó a sonar en la radio con canciones tan absurdas y efectivas como ‘Grandes pelotas de fuego’ (‘Great balls of fire’). Pero la clave de la banda está en sus directos, divertidos e intensos con tres músicos capaces de tocar cualquier instrumento y con grandes dosis de desparrame y genialidad.
Sigue siendo complicado de entender cómo un trío australiano acaba haciendo este tipo de música, cómo acaban cantando en un castellano pobre de acento remoto y complejo, a veces difícil de comprender, pero que, sin embargo, resulta atractivo. El rock fronterizo de Puta Madre Brothers nace con sonidos que remiten al desierto, a largos paseos bajo el asfixiante sol como ‘The Young Horse’ o a temas que sonarían en los más pecaminoso locales de D.F. Sin embargo, todo este absurdo adquiere sentido cuando el disco empieza a girar y todo lo demás carece de importancia. Las respuestas a las preguntas desaparecen y uno se queda atrapado en melodías y composiciones como las de ‘Toes of a deadman’, ‘Besos en el culo’ o ‘Mi perro es tan feo’.
Twitter: AcardenalR




