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La mayor derrota de los Rolling Stones

Es difícil saber qué llevó a Jagger y Richards a querer montar un circo musical, un circo con payasos, trapecistas, malabaristas, tragafuegos, tigres, un canguro boxeador y lo más granado del rock británico con Lennon, Clapton, The Who o Marianne Faithfull a la cabeza. Quizá fuesen los recuerdos de su infancia en Dartford, cuando el circo era el único entretenimiento para aquellos críos nacidos en los años posteriores a la Segunda Guerra Mundial, lo que impulsó el proyecto. La idea de los Stones atrajo al resto de músicos y también a la BBC, que accedió a retransmitir aquel evento que degeneró en una bacanal complicada de llevar a buen puerto.

Cuando en 1996 se publicó el ‘Rock and Roll Circus de los Rolling Stones’, aquel desfase vio por fin la luz. La grabación había tenido lugar en el invierno de 1968 pero los propios Stones frenaron su edición avergonzados por la imagen que había dado el grupo. Lo que llegó a las tiendas apenas superaba la hora y media de montaje de las más de catorce que duró aquel maratón de rock, una noche eterna en la que la banda intentó poner orden y gobierno en una fiesta con público que degeneró por encima de lo esperado. Los rostros de los espectadores durante las canciones finales de los Rolling, incluso los de los propios músicos, muestran el desgaste y el agotamiento con el que concluyó la grabación.

La banda de Daltrey, Townshend y Moon venía de editar y girar intensamente con ‘The Who sell out’ y estaban en plena forma cuando se presentaron en los estudios de Wembley de la BBC. Su pase sería breve, apenas dispusieron de diez minutos, pero les sobró con ‘A quick one, while he's away’, un largo popurrí de varias canciones con el que el grupo demostró toda su energía, fuerza y originalidad. El pase de los Who impresionó a los Stones, que para cuando llegó su hora de actuar estaban agotados y exhaustos, colocados y derrotados. Su pase, al menos lo que se editó, constaba de ‘Jumping Jack Flash’, ‘Parachute woman’, ‘No expectations’. ‘You cant always get what you want’, ‘Sympathy for the devil’ y ‘Salt of the earth’. Aquella actuación, vista editada y con perspectiva, no está mal, no es lo mejor de la banda, pero tampoco censurable. “Tocaron montón de canciones de ‘Beggars banquet’, y fue como volver a ver a los antiguos Stones”, escribiría Tony Sánchez en ‘Yo fui el camello de Keith Richards’ (Ed. Contra). “Jagger saltaba y se meneaba como un derviche, Keith estaba agazapado y utilizaba su guitarra a modo de ametralladora. A Brian se le veía guapo, aunque lo habían relegado, y pocos notaron que solo lo estaban utilizando para que rasgueara los acordes más simples”, añadía el por entonces amigo de los músicos.

A las cinco de la mañana terminó todo y cada uno se retiró a su casa. Aquella sería la última actuación de Brian Jones con los Rolling Stones antes de su repentina y misteriosa muerte en julio de 1969. La banda canceló el proyecto y la emisión del programa y la grabación se guardó durante décadas en el fondo de un cajón a la espera de tiempos mejores. No es fácil saber qué llevó a la banda a publicar aquel circo en los años noventa. Quizá la comparación resultase menos dolorosa entonces, puede que ni importase. Pero en los años sesenta los Stones querían ser la banda más grande del rock y aquella velada en el circo ponía en duda la hegemonía de Jagger, Richards y compañía.

Twitter: AcardenalR

 

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