Todos sus derechos vulnerados

Fue una petición de Julian Assange, que quería el hablar conmigo, y, a través de un buen amigo, me localizaron en Bogotá. Por teléfono me pidió que si quería colaborar en su defensa y le dije en principio que sí, pero que ponía dos condiciones: que debía tener independencia para llevar el caso y que mi actividad seria probono, es decir altruista.

Pensaba que se estaba cometiendo con él una gran injusticia. Una gravísima persecución orientada por su actividad como periodista, como receptor de información, como representante de WikiLeaks y creo que merecía la pena colaborar en la defensa de los derechos que se estaban inculcando y poniendo en tela de juicio por la acción de un Gobierno que perseguía a la persona que difunde las informaciones pero que hacía poco por investigar los temas ilícitos que se descubrieron a través de su empresa de información.

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