The Supremes, las chicas que hicieron frente a la beatlemania
Entre el verano de 1964 y la primavera de 1964 The Supremes consiguieron cinco números 1 de forma consecutiva
La historia siempre tiene muchos matices, es difícil entenderla desde un único punto de vista. La batalla por la conquista de los derechos civiles tuvo muchos frentes de lucha. Pero pocas armas hicieron tanto por la integración racial en Estados Unidos como la música. Música apolítica, sin pretensiones… pop, soul, rock o funk que sin tratar el tema de manera directa consiguió colarse en los hogares de la América blancay entrar en los corazones de unos jóvenes que serían claves para tirar las últimas barreras de la segregación.
En esa América dividida surgió la música de artistas tan poderosos como James Brown, Sam Cooke o los cantantes de Motown, el sello de Detroit que sedujo a millones de chicos y chicas que ya no miraban el color de la piel y que cayeron rendidos a la fuerza de bandas como The Contours, Martha & The Vandellas o The Miracles, pero la gran revolución llegó liderada por The Supremes (Diana Ross, Mary Wilson y Florence Ballard ), la primera banda de Motown en entrar en las listas británicas tras colar cinco canciones en el número 1 de EEUU entre el verano de 1964 y la primavera de 1965.
La irrupción de Motown supuso un golpe de aire fresco y todo un reto para la industria musical. El pequeño sello de Detroit nació con la idea de producir una música que conquistase tanto al público blanco como al negro y en pocos años consiguió que sus artistas saltasen de las listas del soul a las del pop ofreciendo un música seductora que en cuestión de meses se adueñó del mercado. La irrupción de las Supremes, las chicas de oro de Motown, fue tan imparable como repentina y aquellas jóvenes se convirtieron en las únicas capaces de hacer frente a la british invasion comandada por los Beatles. Medio siglo después de aquel verano, revisar los clásicos facturados por The Supremes supone un viaje a una música tierna, poderosa y dulce que el tiempo ha tratado bien.
Berry Gordy, dueño fundador del sello, puso a su equipo de compositores a trabajar en temas que pudiesen encajar en la voz de Diana Ross, la chica que Gordy había elegido como cantante principal del grupo. Lamont Dozier y los hermanos Holland (Brian y Eddie) se pusieron manos a la obra. El cometido no pudo ser más claro. “Quiero que consigáis un éxito para estas chicas”, exigió Gordy a uno de los equipos de producción más importante de la historia de la música.
En el verano de 1964 llegó a las tiendas ‘Where did our love go’, un tema romántico y bailable que en cuestión de semanas se alzó a lo más alto de las listas de éxito. La banda, que se encontraba en la carretera de gira durante ese verano, se chocó de bruces con el éxito. Las chicas habían comenzado la gira como un grupo más y la terminaron siendo la principal atracción de aquella caravana de bandas con la que recorrían el país. De vuelta a Detroit, el jefe de Motown exigió otro éxito que mantuviera al grupo en la cima. La respuesta de Dozier y los hermanos Holland fue ‘Baby love’, el tema más reconocido de las Supremes y su segundo número 1 del Billboard apenas dos meses después del primero. ‘Baby love’ se convirtió en todo un fenómeno radiofónico. En el otoño de 1964 resultaba difícil recorrer el dial estadounidense sin escuchar esa canción tan pegadiza, tan sexy, tan acogedora y cálida, un tema que llevó al grupo a la gala de los Grammy por primera vez y que consolidó los planes de Berry Gordy para sus chicas. Aunque la cosa no quedó ahí.
Un mes después de que ‘Baby love’ llegase al número 1, The Supremes publicaron ‘Come see about me’, el tercer tema de las vocalistas de Motown en llegar a lo más alto de la lista de forma consecutiva. ‘Come see about me’ tuvo un mérito especial ya que la canción llegó al número 1 en dos ocasiones. La primera fue en la semana de su lanzamiento y la segunda, en enero de 1965 tras ceder el trono durante unas semanas al ‘I feel fine’ de los Beatles. Cuando la invasión británica empezó a calar en EEUU pocas bandas pudieron hacer frente a la beatlemania. The Supremes fueron de las pocas en aguantar el empuje inglés.
The Supremes volvieron al estudio la misma semana en la que recuperaron el primer puesto del Billboard y en febrero de 1965 llegó a las tiendas ‘Stop in the name in love’, una canción que ya presentaba a Diana Ross como la gran referente del trío y que contaba con una novedosa coreografía con la que las chicas se lucieron en sus cada vez más frecuentes actuaciones televisivas. A finales de marzo, la canción llegó al número 1 confirmando a The Supremes como la gran banda del momento y disparando la popularidad de Motown como uno de los sellos más importantes del país.
En la primavera de 1965, The Supremes estaban en la cima de su popularidad y el impulso de sus éxitos anteriores catapultó a ‘Back in my arms again’ al número 1 de las listas de nuevo. Tras el quinto éxito consecutivo, la banda se cambió el nombre por el de Diana Ross and The Supremes. Ahí terminó la increíble racha del grupo.
Tras aquellos años dorados, el éxito de la banda se fue diluyendo. Aun así siguieron obteniendo números uno –doce en total- hasta la marcha de Ross en 1970. La banda siguió con nuevas voces hasta su disolución final en 1977 siendo el grupo de más éxito de la historia de Motown. A pesar de ello, la historia de las Supremes está repleta de leyendas negras alrededor de la mala relación entre las chicas, que nunca vieron bien el papel que se le asignó a Diana Ross. Durante años florecieron los rumores que hablaban de discusiones, luchas de egos y malas jugadas entre las tres cantantes que habían plantado batalla a los Beatles. “Las chicas me trataron muy mal”, escribió Ross en sus memorias. “Se pusieron en mi contra, había mucho rencor y actuaban como si todo fuera mi culpa”. Años después, la cantante explicó todo en el programa de Oprah Winfrey. “La cosa se comenzó a torcer cuando los medios empezaron a prestarme más atención que a ellas y a obviarlas de las informaciones. No creo que fuese algo intencionado, creo que fue algo que sucedió y que estropeó la relación, creció el resentimiento hacía mí y la cosa fue a más con el tiempo”, confesó la cantante.
El rápido ascenso de las Supremes fue a su vez responsable de la ruptura del grupo, que no consiguió lidiar con toda la tensión que supuso ser la respuesta estadounidense a los Beatles. “No supimos cómo lidiar con ello. Todo fue repentino y brusco”, explicó Ross a Winfrey. “Nadie nos enseñó a llevarlo y nos acabó superando y separando. Al final ni me saludaban cuando entraba en el camerino”, añadió. Para finales de la década la situación era insostenible. Motown había decidido echar del grupo a Florence Ballard en 1967 y aquello enrareció un ambiente que se volvería insostenible tras la triste muerte de Florence en 1976 tras unos años oscuros lidiando con el alcoholismo.
El final de las Supremes llegó sin tristeza. Aquellas que lideraban la banda ya no eran las mismas que habían alcanzado la cima de la música a mediados de los sesenta, aquella banda de chicas afroamericanas que sin hablar de segregación ni política habían hecho más por la unidad racial que cientos de políticos. El principio y final de las Supremes son dos historias diferentes distanciadas por 18 años, una es intensa, emotiva y brillante, la otra fue triste, amarga y dramática.