“Quina merda”!

Madrid

Lo que empieza mal suele terminar peor; y en esas estamos con el tema de Catalunya: mal, rematadamente mal. El retrato político, así a grandes trazos, sería el siguiente: Artur Mas ha ido quedándose sin espacio porque él mismo se metió en la ratonera al comprometer su futuro con una consulta que, legalmente, sabía que no podía convocar. Y Mariano Rajoy se ha limitado a seguir la estrategia de: “al enemigo ni agua”, ha buscado una victoria aplastante a ojos de la opinión pública española y ha utilizado toda la artillería del Estado, incluido el Tribunal Constitucional que hoy ha ordenado a la Generalitat que renuncie a convocar nada el próximo domingo, ni sucedáneos de consultas, o sea que renuncie a la bandera del 9-N.

Sin embargo el gobierno catalán no se da por enterado, ya saben que apela ahora al Tribunal Supremo... Total: un galimatías de muy difícil digestión y un fracaso rotundo de la política. Pero es que hay más, y eso al final es lo más grave: la consecuencia de esos dos factores, un órdago mal calculado y una falta absoluta de cintura política –por ser generosos– la consecuencia es que ahora mismo hay millones de catalanes cabreados. O con Madrid o con el propio gobierno catalán, pero cabreados. Y seguro que muchos de ellos también frustrados. Y miren, el cabreo o la rabia son reacciones que se pueden apaciguar con el paso del tiempo. Pero la frustración... ese es peor negocio a largo plazo porque deja poso y porque una vez instalada resulta muy complicado hacerla retroceder. En fin, que les voy a resumir en catalán cómo veo yo ahora mismo el panorama: “Quina merda”!