Que cada palo aguante su vela
El editorial de Carles Francino al abrir 'La Ventana'
'Cada palo que aguante su vela'
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Madrid
Ni el mejor guionista de Hollywood hubiera imaginado la trama que estamos viviendo en las últimas semanas: corrupción a raudales, máxima tensión con el tema Catalunya, vuelco político en las encuestas, guerra abierta del sector de la cultura contra el gobierno... ya solo faltaba la imputación de la Infanta por delito fiscal. Y como todo sucede además en un contexto de notables dificultades económicas para muchísima gente... pues esto es una olla a presión. La única duda es cuánto tiempo podremos aguantar. Dicho así –y si alguien quiere jugar al tremendismo– parece que estemos ante un callejón sin salida y a punto de despeñarnos. Bueno, pues sí... y no. O no debería ser forzosamente así.
La corrupción está aflorando porque la justicia y la policía hacen su trabajo a pesar de las limitaciones; el problema de Catalunya –tenga la salida que tenga– puede y debe solucionarse con política; el Gobierno debería atender de una vez por todas las señales de asfixia que le llegan del mundo de la cultura (la última, otra renuncia a un Premio Nacional); y la Infanta... pues la Infanta igual debería dar un paso atrás si finalmente tiene que ir a juicio. Es decir, renunciar a sus derechos sucesorios y no contaminar una institución que con el cambio de Rey ha mejorado sensiblemente su imagen. Resumiendo: no estamos condenados a nada, no existe ninguna maldición bíblica para que vayamos a peor, más allá de que la economía siga renqueante. Todo depende de cómo se ejerzan las responsabilidades, pero lo malo es que este país tenemos dos pecados capitales que se llaman sectarismo y escaqueo.