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¿Quién dice lo que se debe desayunar?

En España las instituciones públicas (y no cualquiera, nada más y nada menos que el Senado) abren sus puertas a los unos sectores concretos, y no a otros

Probablemente si estás en España leyendo estas líneas quien te hace llegar las recomendaciones al respecto de que sigas un “desayuno saludable” sea en cierta medida la industria alimentaria. Lo puso de relieve muy bien Jesús Soria en este post: Desayunos ideales: no por decreto.

Tal y como has leído, en España las instituciones públicas (y no cualquiera, nada más y nada menos que el Senado) abren sus puertas a los unos sectores concretos, y no a otros, para promocionar lo que han dado en llamar el “desayuno saludable”. Y como las empresas son de unos determinados sectores, y no otros,… termina por salir el desayuno saludable que, ¡oh, casualidad! estos sectores, y no otros, te pueden proporcionar. Pues bien, ¿quieres que te diga qué considera la ciencia un desayuno saludable? La respuesta es que…

No hay respuesta. No hay ninguna evidencia científica válida que te diga que el desayuno saludable de la población general (¿nacional, europea, mundial?) ha de contener esto y no aquello. Si estás pensando en leche más tostadas de pan integral y aceite de oliva, más un zumo de fruta (muy al estilo de lo propuesto por los sectores citados en el Senado) quiero que sepas que éste desayuno mencionado tiene las mismas garantías de ser saludable (o menos, o más) que un plato de judías pintas estofadas y pieza de fruta… o que un bocadillo de jamón ibérico… o que una ración de sushi acompañada de un bol de arroz.

Ya lo has visto, por tanto hay que ser breve, conciso y contundente (a ver si lo oyen en el Senado): no hay eso que se llama “desayuno saludable”… o ideal. El desayuno, como cualquier otra ingesta del día está abierto a miles de interpretaciones y posibilidades incluso cuando de atribuirle la cualidad “saludable” se refiere.

Y es que el andar regalando adjetivos “saludables” a diestro y siniestro es cierta medida parte del error. Me explico: un desayuno “saludable” en un patrón alimenticio y de vida “de mierda” (perdón) además de improbable, es un contrasentido y sirve para bien poco. Saludable será una dieta… será un patrón de alimentación cuando el conjunto del misma merezca tal distinción y que en cierta medida (dicho patrón) se pueda aproximar, por ejemplo, a las recomendaciones del conocido como “plato de la alimentación saludable de la Escuela de Salud Pública de la Universidad de Harvard”. Todo lo demás es tontería o ganas de encasquetarnos a martillazos unos productos de una determinada industria… y lo que es peor, con el sello de la bondad por delante de forma que parezca que con ellos sí… y no sin ellos.

Esta peligrosa injerencia, la de la industria alimentaria a la hora de hacer llegar las más elementales recomendaciones sobre el qué comer (y dejar de comer, porque si te mueves no sales en la foto) ya ha sido denunciada por la Directora General de la Organización Mundial de la Salud, Margaret Chan, quien, sin ambages ha dicho públicamente que “los intereses de la industria alimentaria distorsionan las políticas de salud pública”.

Si de algún modo te interesa conocer el peso del desayuno como una más de las ingestas diarias en el resultado dietético de lo que comes (o dejas de comer) te invito a que leas estos artículos sobre esta ingesta:

¿Hay un desayuno “ideal”?

Desayunar o no desayunar, he aquí la cuestión (insoluble)

¿Es obligatorio desayunar si quieres adelgazar?

Si aún y todo no quedas convencido, te sugiero que le eches un vistazo a cómo se plantean las cuestiones desayunadoras en otras culturas y, después de verlas, a que te platees si al hacerlo de otra forma se están evitando otras soluciones de “desayuno saludable” al estilo y manera que esta semana pasada nos han encasquetado una serie de intereses comerciales particulares.

 
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