¿De verdad necesitamos un Black Friday?

Madrid

Nuestra lengua ha ido acomodándose ágilmente a la fecunda imaginación comercial de nuestros empresarios para denominar esas ventas especiales que los comercios hacen a precio reducido. Lo que toda la vida hemos llamado rebajas. Pero no sólo. Antes de las rebajas fueron los saldos, las gangas, las ofertas, los descuentos, las oportunidades, las liquidaciones... Y manoseadas las rebajas, nos inventamos las ventas especiales y los días de oro. Pero no contentos, y arrastrados de nuevo por la fiebre americana, estamos poniendo de moda el Black Friday, una tradición consolidada en Estados Unidos que como Santa Claus, Halloween o la Coca Cola, se está haciendo hueco en nuestros escaparates y parece que llega para quedarse.

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No criticamos la iniciativa comercial como una vía extra para animar la compra en estas fechas en las que si no regalas parece que no existes. Pero no sé si tenemos necesidad de importar el paquete completo, con denominación de origen incluida. El límite de la tontería es muy difuso y creo que estamos a punto de atravesarlo. Como los criadores de pavo se empeñen, aquí celebramos el Día de Acción de Gracias antes de las próximas elecciones generales. Al tiempo.