Porno-sermón
Jason Reitman estrena 'Hombres, mujeres, niños', un retrato de cómo nos han cambiado las nuevas tecnologías
Madrid
Jason Reitman es un especialista en escarbar los tabúes americanos: el sexo y embarazo de adolescentes (Juno, 2007), la crueldad de la sociedad del éxito (Up inthe Air, 2009), la obsesión por la juventud (Young Adult, 2011) y ahora mete su cámara hasta los recodos más íntimos del usuario de internet del mundo occidental.
La fotografía que resulta es más que inquietante: uso masivo de pornografía por parte de padres e hijos adolescentes, anorexia descontrolada, peligrosas e insatisfactorias iniciaciones al sexo, infidelidades simultáneas… Todo ello bajo el techo de un respetable hogar americano en el que todos los miembros de la familia están conectados a internet sin dirigirse la palabra.
Hombres, mujeres y niños podría haber sido el American Beauty (1999) de nuestro tiempo, pero se queda tan solo en impactante retrato con enfoque moralista y afán didáctico. Reitman tira la piedra pero esconde la mano. Desparece el autor de enfoque personal y se queda en el territorio de película tutorial para padres desorientados. Ya le pasó en Up in the Air donde dejó que la brutal denuncia del peaje moral de los ganadores sociales acabara aguada con una blanda historia de desamor. La ortodoxia ideológica de Hollywood domina a este director, que tiene serios problemas a la hora de rematar, desde el realismo, los espinosos e interesantes asuntos que plantea.
La elección de actores es correcta, pero no memorable. Puede chocar ver al icono del cine familiar más gamberro, Adam Sandler, interpretar a un padre que se masturba con los mismos videos eróticos de su hijo adolescente.
Chocante sí, pero no es una interpretación profunda. Jennifer Garner también defiende con oficio, pero sin matices, a una madre paranoica que espía y vigila todos movimientos de su hija en las redes sociales. Tal acumulación de ejemplos y clichés acaba agotando, e incluso irritando al espectador que no quiera ser tratado como un menor de edad. Al final, Hombres, Mujeres y Niños resulta un duro espejo de la realidad social lastrado por la moraleja.
