El pacto de Rajoy con los agentes sociales emana tufo electoralista

Madrid

Tres días después, Mariano Rajoy ha matizado. Ha matizado su euforia sobre la recuperación económica, esa que según el presidente del Gobierno se nota en la barra de los bares, en los mostradores de los comercios... Hoy ha añadido un pero: la recuperación no ha llegado a todos. Insiste en que la crisis es historia pero que no lo es en sus secuelas.

Claro que hoy a Rajoy no le quedaba otra, no podía seguir hablando de la recuperación en ese tono triunfalista mientras firmaba un acuerdo con empresarios y sindicatos para que los parados de larga duración puedan percibir una ayuda de 426 euros mensuales durante medio año. Hubiera sido una contradicción el discurso del fin de la crisis con una ayuda para aquellos que ya no reciben nada, expulsados del mercado laboral, con las prestaciones acabadas, porque ellos son, entre muchos otros, el presente de la crisis. Para los empresarios, interlocutores de Rajoy el viernes, la crisis puede que sea historia, para los más de cinco millones y medio de parados y los miles con trabajo precario la crisis sigue en pleno apogeo.

Y atención porque el pacto firmado hoy es el primer gran pacto social firmado por el gobierno en tres años de legislatura. Tres años en los que el gobierno solo había firmado recortes y más recortes. Ahora a un año del fin de la legislatura, a un año de elecciones generales pero antes autonómicas y municipales, el gobierno acuerda algo con los sindicatos. Bienvenido sea, pero el pacto emana tufo electoralista. Quizás la foto era innecesaria, con la medida habría sido suficiente.

Son precisamente las políticas del gobierno las que han dejado a miles de personas sin prestaciones, las que han situado las cifras de hogares sin ingresos en más de un millón 700 mil. Ahora en pleno año electoral y con las encuestas en contra, el gobierno quiere virar un poco. Quiere reconstruir o al menos aparentarlo. El problema es que reconstruir sobre tanta destrucción es muy difícil y sobre todo muy costoso. ¿Está el gobierno dispuesto a ello? ¿Está la economía preparada para ello? A ver si al final va a resultar que todo es propaganda.