Las medias verdades

Madrid

Una verdad a medias no es una media verdad, es una mentira entera. La recuperación es solo una lucecita de esperanza, acentuada por la caída del precio del petróleo y ahora por la inminencia de la Navidad. Todos la reconoceríamos, entre otras cosas, porque lo estamos deseando. Si fuera presentada en su verdadera dimensión, incluso estaríamos dispuestos a engañarnos un poco. Pero anunciada con el triunfalismo y grandilocuencia con que lo hizo Rajoy, que además fulminó a quien osara ponerle reparos, es un camelo publicitario.

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Todos vemos que algo se está moviendo, sí. Pero solo el Gobierno parece no ver cómo se está produciendo ese movimiento. En un importantísimo comercio español, me contaban el sábado que estaban incorporando nuevos trabajadores para esta temporada navideña, pero con contratos de tres días. Es decir, a los tres días se iban y venían otros que se iban a los tres días también. Y quince días más tarde volvían los que se habían ido primero, y así sucesivamente. A nadie le daba tiempo de dejar de ser novato. De lo que cobran, mejor ni hablamos.

Así es la recuperación, calderilla. Nadie desprecia la calderilla, pero es ridículo fanfarronear con ella.