La inflación, como el colesterol
Las diferencias de matiz entre la inflación negativa y la deflación son, a veces, tan importantes como las que existen entre el colesterol malo y el bueno
Madrid
Los responsables económicos nos tienen acostumbrados a eufemismos lingüísticos para disfrazar, cuando no ocultar, realidades incómodas. En las últimas semanas asistimos a algo parecido con la deflación y la inflación negativa.
En realidad es lo mismo pero con matices, nos señalan desde Fráncfort. Es como el colesterol, que siempre había sido terrible para la circulación de la sangre y resulta que un buen día descubrimos que hay un colesterol bueno que hace de lubricante del riego.
Pues la inflación negativa en la que va a entrar la Zona Euro a primeros de 2015 no es tan mala como parece, porque hasta las pensiones van a tener más poder adquisitivo y las economías francesa y alemana van a poder recuperarse algo. El problema, como con el colesterol, es que esa inflación negativa se prolongue y nos haga caer en una deflación favorecida por el círculo vicioso de reducción de precios, aumento salarial, reducción de las ganancias y caída de la demanda.
Conclusión: nada de alegrías salariales que sube el colesterol.