Atrapados
Europa no sólo ha elevado el muro de protección con el que pretende resguardarse de la inmigración, sino que también lo ha reforzado al ignorar lo que pueden suponer conflictos como el de Siria y Libia
Madrid
En las últimas décadas, Europa no sólo ha elevado el muro de protección con el que pretende resguardarse de la inmigración indeseada, sino que también lo ha reforzado al ignorar que conflictos como el de Siria y ahora el de Libia son volcanes en erupción que más temprano que tarde acaban desparramando lavas y cenizas por las zonas colindantes.
Esas ascuas ardiendo han prendido esta semana en Francia, un país que con todas sus virtudes sigue escudándose en el laicismo para no asumir que buena parte de su población es musulmana y que no la puede seguir marginando.
El muro se ha convertido en una trampa y los ciudadanos europeos nos vemos atrapados entre dos extremismos, el de fanatismo pseudo religioso y el del populismo excluyente. La reafirmación de los valores democráticos que compartimos parece la única salida.