¿El voto se ve alterado por el debate sobre el estado de la nación?
Pablo Simón, politólogo y miembro de Politikon, analiza en 'Hoy por Hoy' el último debate sobre el estado de la nación y su influencia en el voto
¿Altera en algo el voto el debate sobre el estado de la nación?
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Madrid
Aunque el debate sobre el estado de la nación sea uno de los eventos parlamentarios más importantes del año eso no significa que a los ciudadanos les interese de la misma manera.
Si uno revisa la serie histórica del CIS se topa con una situación paradójica. Pese a que los ciudadanos han incrementado su interés declarado por la política desde que comenzó la crisis, de manera casi paralela, ha aumentado el porcentaje de ciudadanos que los DEN solo sirven para aburrir a la gente – hasta casi de 4 de cada 10 españoles.
A mi juicio las lecturas que podemos hacer de este dato son dos; una más pesimista que la otra pero quizá haya un poco de ambas.
La idea pesimista es que a la gente le aburre más el debate porque, aunque digan que les interese más la política realmente lo hacen para expresar insatisfacción con el sistema, con lo que la práctica parlamentaria les aliena, les causa frustración.
La otra idea, algo más optimista, es que a los ciudadanos les interesa la política, pero no la que se canalizan en las instituciones sino en un sentido de “política” más amplio, a partidos o prácticas externas al parlamento.
Si creo que esta idea es algo más optimista es porque cuando se corrija este posible desajuste entre la opinión pública y el Congreso mediante las elecciones la brecha tenderá a cerrarse, incrementándose los ciudadanos que de nuevo se interesan por el DEN.
Una lectura diferente es si estos debates afectan al comportamiento electoral. Si aplicamos el marco de una campaña, los DEN podrían servir para reforzar votos anteriores, convertir de otros partidos, movilizar indecisos o abstencionistas, o incluso desmovilizar rivales.
Aunque es muy difícil de estimar, a mi juicio DEN deberían tener poca influencia porque están muy lejos de elecciones y los votantes ya “descuentan”, ya asumen, que esta es una práctica regular que sirve para escenificar confrontación pero poco más.
Quizá lo más importante sea en el medio plazo sea saber si el debate logra marcar un clima favorable para los líderes de los partidos, pero en eso lo más relevante es quien gana el post-debate.
Es decir, una mejora en la imagen que depende más del tratamiento que le den los medios de comunicación y de las tertulias que de la labor de sus señorías.