Navajazos
"Quizás nos hallamos ante una consecuencia más de la degradación de la política, del agotamiento del bipartidismo, de la desconexión entre los partidos tradicionales y los ciudadanos"

Madrid
La primavera electoral está en plena floración, y lo inquietante no son sus frutos, sino sus espinas. Los nervios, los trucos, las tensiones, están en la naturaleza de los procesos electorales. Las guerras internas también, pero este año trae consigo la triste novedad de que los empujones se conviertan en zancadillas, las encuestas en ametralladoras y las maniobras en navajazos. El fuego enemigo produce simples rasguños en comparación con los destrozos que causa el fuego amigo. Se podría pensar que esta inusitada violencia entre compañeros se debe a la incertidumbre, a la aparición de nuevos partidos que nos abocan a un cambio, profundo e inevitable, de las reglas del juego. Pero quizás nos hallamos ante otra consecuencia, una más, de la degradación de la política, del agotamiento del bipartidismo, de la desconexión entre los partidos tradicionales y los ciudadanos.

JAVIER JIMÉNEZ BAS

JAVIER JIMÉNEZ BAS
Escándalos larvados, causas que dormían en los juzgados, delitos negados durante años y ahora denunciados, afloran por doquier. Aunque ningún medio revela la identidad de sus fuentes, se acepta con naturalidad que el origen de tanta información está en los despachos de los mismos partidos donde militan los perjudicados. Todo es lamentable, sobre todo lo que ha pasado, pero también lo que se está contando, y cómo, y cuándo, y por qué se está contando. Los culpables de corrupción tienen que ser juzgados y devolver el dinero, pero si encubrir un delito es, en sí mismo, un delito, ¿no deberían correr la misma suerte quienes ahora hablan como cotorras después de llevar tanto tiempo callados?




