“La tristeza está en mi alma, pero tengo esperanza porque creo en la gente”
Paloma Martín es trabajadora de una Oficina de Empleo de la Comunidad de Madrid

Madrid
Paloma Martín es trabajadora de una Oficina de Empleo de la Comunidad de Madrid. Nos remitió esta carta que reproducimos aquí.
Buenos días,
Mi nombre es Paloma y trabajo en una Oficina de Empleo de la Comunidad de Madrid. Llevo más de 24 años realizando labores técnicas de empleo y formación. Soy orientadora laboral. Nunca había asistido a tanto drama humano como en estos últimos años. Desde la crisis, me he encargado de atender a personas en situación de gran vulnerabilidad: mujeres víctimas de violencia de género, personas con discapacidad o desempleadas de larga duración,… Hasta hace no mucho, me resultaba fácil diferenciar el trabajo del resto de mi vida. Pero cuando le pones rostro al drama, cuando abrazas el abandono, el maltrato, la soledad, el desamparo, la pobreza, el desaliento… mujeres con hijos/as pequeños/as que son maltratadas por sus compañeros, por la administración, que las desahucian de sus casas con sus criaturas… Puedo decir que al llegar a casa, cada día, a solas, en silencio y a oscuras lloro ¡Cada día lloro! Pienso en ellas… en sus lágrimas, sus desvelos, su delgadez, la tristeza en sus ojos,… en tantos seres humanos que he tenido el privilegio de abrazar en este tiempo de estafa, de una minoría cruel e inhumana. He traído bolsas con ropa, con comida, he prestado dinero, he visitado a personas solas y desamparadas en el hospital, las he acompañado al médico, he participado en el intento de parar sus desahucios… Con ellas he aprendido el significado de la palabra dignidad, valentía, fortaleza. Cuando el poder me llamaba vaga, me rebajaba el salario y me quitaba las pagas, me aumentaba el horario, despedía a mis compañeros y compañeras, dejando raquítica la plantilla para atender tanto dolor… Ellas me han dado más de lo que nunca pude imaginar: su amor, me han devuelto la fe en el ser humano. Y algo increíble: ellas han cuidado de mí, quitándose lo que no tenían para dármelo: me han traído madalenas caseras, hojaldritos con forma de corazón, envueltos en papel reciclado con formas hermosas,… me han regalado siempre una sonrisa, su amabilidad, su gratitud… Me han mostrado lo que significa la aceptación de lo que es inaceptable.
Ahora, he pedido un cambio de departamento, porque la tristeza se ha alojado en mi alma. La decepción y el sinsentido de un sistema que no funciona han introducido desasosiego en mi corazón… Con ese cambio, hoy veo la otra cara de la moneda: la del pequeño empresariado que hace lo imposible por salir adelante. También ellos tienen angustia, depresión por ver como se hunde su modo de vida y el de las familias que compartían suerte con ellos. Soy consciente de que la mayoría de la gente estamos en el mismo barco, un barco que premeditadamente han hundido. El cansancio solo es cansancio, no hay derrota. Si ellas, si ellos… tienen el coraje de seguir… ¿De qué puedo yo quejarme? ¡Adelante… vamos hacia adelante!
Cuanto más se han empeñado en que fuésemos números, porcentajes de fraude, o cifras de control de prestaciones, más nos hemos humanizado. Frente a su ignominiosa ceguera, nuestra creatividad y nuestro esfuerzo. Frente a su falta de inversión en empleo y protección social, nuestra solidaridad y nuestro desdén al consumismo.
A la noche, cuando las farolas se apagan, aparece una luz en mi corazón, la de la solidaridad y la entrega con que he realizado mi querida labor durante estos largos y fríos años, que descansan en la esperanza por lo que ha de venir.
Firmado: Paloma Martín Torpedo.



Maika Ávila
Periodista y autora de 'Conciliaqué. Del engaño de la conciliación al cambio real'. Ha formado parte...




