'La Conspiración de noviembre', la conspiración innecesaria

Madrid

Pierce Brosnan protagoniza esta película de espías llena de tópicos y clichés del género de acción. El irlandés interpreta a Peter Devereaux, un ex espía que vive retirado en Suiza, que vuelve a la CIA para proteger a Alice Fournier, una joven rusa a la que todos buscan.

Francamente si vas a hacer la décimo sexta un millón película de acción del ex espía que vuelve a la carga, por lo menos retuerce los estereotipos, dales una vueltecita o haz eso que está tan de moda de convertirlo en parodia. Tom Cruise ya lo hizo en Noche y día con Cameron Diaz, ese estupendo disparate en el que el actor caricaturiza a su personaje Ethan Hunt de la saga Misión imposible, tan divertida e ingeniosa.

Parece que Pierce, antiguo Bond, y el poder icónico que siempre le perseguirá, es un añadido a este película que comienza en un pueblecito de Suiza, en el que el ex espía vive retirado. Con esta introducción imaginas que va a ser la película de espionaje definitiva, la película crepuscular de un Bond-Pierce, Pierce-Bond, que se ha hecho mayor, y nostálgico y deprimido vive como un ermitaño consciente de que cualquier tiempo pasado fue mejor, pero que vuelve por última vez a la carga para solucionar alguna cuenta pendiente. Ni crepuscular, ni cuenta pendiente, ni ná de ná. Conspiración de Noviembre que se nutre y aprovecha ese iconicidad de Brosnan, se carga todo su poder, y convierte al personaje en un burdo, e incoherente espía que pulula por diferentes ciudades de Europa sin ton ni son, ni orden ni concierto con una joven rusa (Olga Kurylenko, chica Bond en Quantum of Solace) a la que no sabe si tirarse o tratarla como una nieta. Así es.

Por no hablar de la tecnología absolutamente rudimentaria mostrada en la cinta (móviles, ordenadores etc…). La película en lugar de dialogar con las antiguas Bond-Pierce, directamente hunde su universo y a su elegante protagonista. Una patata.