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"Gran cabaret", de David Grossman

SÁBADO 10,00 H. El escritor israelí nos presenta su última novela, publicada por Lumen y nos habla de su país tras las elecciones del pasado martes.

Un cómico da comienzo a su show en una sala de fiestas, en Natanya, una ciudad a medio camino entre Tel Aviv y Haifa. Entre el público, un juez jubilado que ha recibido una invitación por parte del artista. Ambos se conocieron hace muchos  años, cuando eran adolescentes y compartían clases particulares de matemáticas.

¿Por qué ha querido Dovaleh que Avishai acuda a su espectáculo?. Le ha pedido solamente que escuche, que permanezca el tiempo que le venga en gana, y que luego le dé su opinión. Pero, ¿por qué esa opinión es tan importante?

Los chistes se suceden hasta que la propia historia del cómico hace aparición: una historia demasiado dura que va a dividir al público. Los que se queden sabrán por qué este hombre se ha casado varias veces, ha tenido un montón de hijos, y sin embargo está completamente solo.

CLUB DE LECTURA DAVID GROSSMAN 21/03/2015

26:02

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Activista por la paz

El escritor, que perdió un hijo mientras cumplía el servicio militar asesinado por un misil de Hezbolá, reconoce llevar muchos años trabajando por la paz en la zona, "lo hago porque quiero cambiar la situación, porque quiero que los palestinos tengan su país, su vida y su dignidad. Y quiero que Israel pueda tener seguridad, confianza, solidez; y esto solo será posible cuando nosotros nos liberemos de esta agresividad y cuando nos demos la oportunidad de vivir nuestras vidas, no solamente de sobrevivir entre una catástrofe y la siguiente".

Grossman se lamenta del contexto de violencia en el que crece cualquier ciudadano israelí: "llevamos viviendo una situación de violencia desde hace más de cien años. Yo nací en esa situación, mi madre nació en ella, mis hijos también; e incluso mis nietas han nacido en ella.L La idea de que cuando cumplas los 18 años serás enviado al ejército y quién sabe lo que será de ti. El sentimiento de que nos prestan a nuestros hijos dieciocho años antes de mandarlos al ejército y también la forma en la que los educamos, nosotros queremos educar a nuestros hijos con valores como la apertura, la amabilidad, el pluralismo, el tener curiosidad por el otro, pero ¿lo hacemos bien cuando ellos tienen que afrontar una vida llena de beligerancia y de violencia? ¿Los preparamos bien para la vida en nuestra realidad?".

El autor de "La vida entera" considera que buena parte de la culpa del conflicto la tiene la omnipresencia de la religión: "La verdad es que no hay una verdadera separación entre estado y religión y la religión interfiere tan profundamente en nuestros políticos, en nuestra vida diaria, tratando de imponernos a gente como a mí, seglares, no creyentes ceremonias religiosas, creencias religiosas… La manifestacion más evidente de las interferencias religiosas en el estado son los asentamientos. El hecho es que hay gente que tiene aspiraciones mesiánicas sobre el futuro de Israel, gente que cree que Israel es superior a otra gente que nos rodea; y ellos son los que dictan nuestra política desde hace 47 años y hacen cada vez más profundo un problema que no sabemos cómo se resolverá. Eso nos condena a ser colonos, ocupantes y guerreros."

Humor y literatura

Grossman se plantea si se puede hacer humor sobre todo:"Aunque tengamos todo el derecho de reírnos de asuntos traumáticos, porque la risa es la máxima expresión de la libertad, también creo que no deberíamos utilizar ese derecho si sabemos que podemos herir a la gente. Cuando yo hago chistes con cuestiones sensibles también intento tener cuidado y ser comprensivo con los sentimientos de todo el mundo y no hacer todo lo que puediera hacer o todo lo que quisiera hacer".

Es inevitable, en este punto, la referencia a Charlie Hebdo: "debo decir que yo no había leído nunca “Charlie Hebdo”, pero la idea de que la gente pueda ser asesinada por sus opiniones, por su sentido del humor me resulta inconcebible. En este sentido hay una guerra cultural, no necesariamente entre religiones, sino entre gente que cree en la libertad de expresión, en la capacidad de expresar cualquier cosa que siente; y la gente que está dispuesta a exterminar esta libertad y a matar por ello; y eso me parece totalmente increíble e insoportable".

Admirador de Muñoz Molina

Grossman se declara fiel seguidor del escritor granadino, del que ha leído todos sus libros. Ambos comparten con Vargas Llosa una visión parecida sobre el oficio de escribir: "Es para mí la mejor forma de entender mi realidad, hay muchas cosas que no puedo entender hasta que las escribo. Creo que coincido con Mario Vargas Llosa, el gran escritor, en que hay una gran felicidad cuando escribes, incluso cuando escribes cosas dolorosas, porque cuando lo haces hay mucho de liberación Me siento tan privilegiado de trabajar con cosas que son relevantes, cuando buena parte de nuestra vida viene dictada por gente que es totalmente irrelevante, que toma decisiones que pueden afectar tanto a nuestra vida como a nuestra muerte . Cuando tú escribes, tú trabajas con las cosas más relevantes de tu existencia, y esto en un grandísimo privilegio".

También abunda en el carácter regenerador de la literatura: "Creo que el mero acto de escribir ya comporta una gran dosis de esperanza. Mostrar que no somos víctimas de una situación determinada, y que nosotros podemos cambiarla, por ejemplo, llamando a las cosas con tus nombres, no usando los nombres que te han impuesto el gobierno, los miedos, tus enemigos, la situación o la historia. Somos todavía suficientemente libres para generar nombres nuevos y si tú generas nombres nuevos, tú reformulas realidades, creas movimiento, dinámica, en una realidad que parece estar tan helada, ser tan rígida; y de repente, cuando lo haces, tú no eres una víctima de la situación, y no ser una víctima es algo grande para mí como israelí, como judío. Si soy capaz de no quedarme paralizado, si no estoy sometido a ese orden arbitrario, significa que estoy manteniendo una gran dosis de esperanza".

 
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