Ni aprecio ni cercanía
Reflexión de Soledad Gallego-Díaz tras la Junta Directiva Nacional del Partido Popular

Madrid
En tiempo de adversidad, no hacer mudanza. Probablemente, Mariano Rajoy no puede hacer realmente otra cosa que lo que está haciendo. Con dos convocatorias electorales a la vuelta de la esquina, pesar en un cambio de estrategia es prácticamente imposible. La mudanza en estos tiempos sería realmente muy complicada e incierta.


Pero eso no obliga a que el presidente del Gobierno y candidato presidencial no cambie nada, ni un ápice de su discurso. Su intervención ayer, ante la Junta Directiva de su partido, fue igual al de decenas de otros discursos pronunciados en las últimos meses, sin una idea nueva, ni tan siquiera un ímpetu nuevo. Rajoy se dirigió a los suyos como si en el fondo estuviera pensando lo que una vez dijo sin querer, en alto: “¡Vaya tropa¡” No se notó ni aprecio ni cercanía, sino más bien una especie de aburrido desdén hacia unos colegas que, en lugar de valorar la extraordinaria dificultad de su trabajo, se lían en peleas internas, fastidiosas reyertas que le distraen y molestan. Ayer, Rajoy no se acordó casi de que es presidente de un partido que se encuentra muy desanimado y que necesita una inyección de energía.
Mariano Rajoy debería, además, optar entre no hablar de la corrupción en absoluto o pronunciar un discurso mucho vigoroso al respecto. Lo que no puede hacer es repetir, con tono cansino, que está tan abochornado como todo el mundo por “los casos que hemos conocido”. Es simplemente absurdo: más del 50% de todos los implicados en toda España en casos de corrupción son miembros del PP.

Soledad Gallego-Díaz
Es periodista, exdirectora del periódico 'EL PAÍS'. Actualmente firma columnas en este diario y publica...




