Políticos, al galope

Madrid

El bipartidismo se ha venido basando en un hecho simple: los dos grandes partidos tradicionales, PP y PSOE, ganaban las elecciones porque eran capaces de mantener su electorado, a la derecha y a la izquierda, respectivamente, y de hacerse, al mismo tiempo, con un sector importante del voto centrista. Esa centralidad era reconocida por el electorado unas veces a un partido y otras, al otro, pero nadie más disputaba el campo. Las encuestas y sondeos indican que ese escenario ha terminado. Podemos intentó entrar en ese territorio y competir sin complejos, con su famosos lenguaje de “arriba y abajo”, pero el electorado parece más dispuesto a identificarle con la izquierda, o con algo nuevo, que a reconocerle esa centralidad. Ciudadanos, por el contrario, parece haberse instalado más cómodamente en ese lenguaje: quienes les votaron en Andalucía, por ejemplo, declaran sentirse cerca, sobre todo de UPyD, pero también, y en porcentajes muy aproximados, del PP y del PSOE.

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En cualquier caso, hemos entrado en una verdadera fiebre de sondeos y encuestas que anuncian procesos electorales muy inciertos, con cuatro partidos separados por un margen estrecho. Dicen que ahora todo va a depender de la habilidad de los cuatro líderes para decantar a un cierto número de indecisos. Tres de ellos, Rajoy, Sánchez y Rivera, parecen coincidir con ese análisis y están lanzados ya al combate. El cuarto, Pablo Iglesias, está casi desaparecido. Las cosas van tan deprisa que cualquier retraso tiene costes muy altos.