'Regreso a Ítaca', retrato de una desilusión

Quién nos iba a decir, sobre todo a los españoles, que sería un director francés el que firmara el mejor retrato cinematográfico de la Cuba de esta época posguerra fría a la que asistimos atónitos, escépticos y, por qué no, algo entusiasmados. Laurent Cantet, tras ese lapsus que supuso su anterior filme, Foxfire, regresa a lo grande con una película redonda que ha tenido un recorrido festivalero bastante más pobre del merecido.

Cantet ya demostró con La Clase (2008) su dominio del docudrama y su capacidad de reflexionar sobre algo, tan actual siete años después, como la identidad francesa. Parte de esa pretensión por reencontrarse con la realidad desde la ficción y por reflexionar sobre temas intrínsecos a un país, pero que acaban trascendiendo más allá de sus fronteras, se encuentra en Regreso a Ítaca. La metáfora homérica, del exiliado que vuelve, nos acerca a las intimidades de cinco amigos cubanos que se reencuentran en La Habana tras años separados. 

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El exilio, la amistad, la desilusión y el fracaso de los ideales de juventud, la falta de futuro y la imposibilidad de un amor pleno, son temas que apunta esta cinta dirigida por Cantet pero escrita por el escritor cubano Leonardo Padura, que firma un guion extraordinario y unos diálogos tan reales que emocionan. La grandeza de Regreso a Ítaca es que la situación cubana sirve para hablar de la situación del hombre. La desilusión de esa generación perdida se asemeja a otras desilusiones generacionales. Piensen en los jóvenes españoles.

La de Cantet, y la de Padura, es una mirada dura la situación política y social de la isla, pero no que cae en tópicos. Puede que Padura sea el responsable de uno de los mejores textos sobre la sociedad cubana, pero el francés maneja como nadie la recreación de ese ambiente característico de La Habana. En esa azotea, en la que de manera teatral trascurre casi todo el filme, en la que los personajes pasan de la risa al llanto y donde cantan Serrat, se inmiscuyen el sonido y la vida de la ciudad. Acierto de Cantet es también esa cena que relaja el in crescendo de la intensidad de un diálogo plagado de revelaciones y reproches de esos personajes memorables interpretados por unos personajes en estado de gracia como Isabel Santos, Jorge Perrugoría,Fernando Hechavarría, Néstor Jiménez y Pedro Julio Díaz Ferrán, que hacen que no sepamos donde acaba el personaje y donde empieza el intérprete.