La fiesta de despedida. Tragicomedia, la vida misma
La película acumula varios premios, Premio del público en en el festival de Venecia, y la Espiga de oro en la Seminci, a Mejor pelíucla y Mejor actriz, ex aequo para sus dos protagonistas femeninas, Aliza Rosen y Levana Finkelshtei
Madrid
Los directores israelíes Sharon Maymon y Tal Granit estrenan esta película sobre la eutanasia. A pesar de la inquebrantable amargura que arrastra el tema, se trata de una tragicomedia tan triste como disparatada. La fiesta de despedida es un alegato a la libertad de elegir morir dignamente, pero sobre todo es una historia de amor y de amistad.
Enmarcada en la sociedad israelí contemporánea, La fiesta de despedida narra la historia de Yehezkel, un hombre de setenta y cinco años que, junto a sus amigos, construye una máquina para practicar la eutanasia a su mejor amigo enfermo terminal. Una vez se corre la voz por la residencia, el éxito del aparato hará que otros pacientes en condiciones parecidas reclamen su uso, y aquí empieza el debate moral y emocional del asunto entre el grupo de amigos. Lo único solucionado es la ejecución de la liturgia, pues es el propio paciente apretando un botón, quien realiza la acción, transformando lo peliagudo y embarazoso en una simple cuestión de voluntad.
Woody Allen decía que la comedia es tragedia más tiempo, aquí los episodios trágicos se suceden y entrelezan con el humor más negro y delirante, como la vida misma. Pero claro, es que todo es desde el punto de vista de cinco maduritos que saben de qué va la baina, de qué va la vida, curtidos ya en todas las situaciones habidas y por haber y todos los estados de ánimo consecuentes. Aquí vale todo, desde un número musical, con muertos cantando incluidos, o conversaciones con Dios...
La película ha sido un éxito de público y crítica en Israel, a pesar de lo complicado del tema. La cinta también aborda la homosexualidad y por supuesto la religión en ese eterno debate; 'solo Dios puede arrebatarte la vida'. No se la pierdan.
