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Nápoles: el diez y una cita con la historia

No estamos a 5 de julio de 1984, día en el que Diego pisó por primera vez el césped de San Paolo, pero la ilusión del pueblo napolitano no está tan lejos de aquel día

Diego Armando Maradona, en su etapa en el Nápoles.(Getty Images)

Entre las ya antiguas, pero vivas, pintadas al diez, el ruido de las motos y la maldición que conlleva nombrar todo tipo de éxito, se respira cierto aire a nostalgia bajo las faldas del Vesubio. Como si de aquella explosión se tratara, los recuerdos y trofeos del Napoli quedaron durante años bajo las cenizas y el polvo.

Europa no se acuerda de Nápoles, incluso la propia Italia es la que mira con sorna al sur, a la bota. ¿Cómo no mirar al pasado si futbolistas de la talla de Omar Sívori, José Altafini, Gianfranco Zola, Careca o más recientes como Cavani, han llevado puesta esa camiseta? Se vivieron épocas doradas y grises, sobre todo las segundas cuando el diez abandonó a un pueblo entregado a su causa o la entidad cayó en la quiebra absoluta.

Resulta complicado vivir el presente, únicamente estar centrados en el día a día dejando atrás todo lo vivido o sin tener ese temor de qué será lo próximo en llegar. En una ciudad con tantos problemas, y también encantos, el fútbol es una bendición y al jugador salido de Argentinos Juniors todavía se le rinden plegarias entre velas.

Todos querrían que volviera una vez más, tan sola una, y que bailara un último tango ante el silencio y asombro de todos aquellos que durante finales de los ochenta y principios de los noventa desearon ser él aunque solo fuera un segundo.

Ahora todo ha cambiado, no estamos en julio de 1984 pero sí hay otro argentino a la caza del Pibe de Oro, un eslovaco con una larga cresta que se siente más napolitano que el propio Vesubio e incluso un diminuto pero enorme jugador que cuando le dejan, levanta la grada y llora con sus goles ante una enloquecida afición.

Tres partidos, tan solo quedan tres partidos por delante para que Europa vuelva a situar Nápoles en el mapa y que esta vez no sea por el alto índice de criminalidad. Todavía es pronto para hablar de títulos, ni siquiera se quiere hablar de ello en la ciudad pero a su vez es el único tema de conversación entre los más mayores y quienes juegan en las plazas con la camiseta de Lavezzi.

Lo que sí está claro es que enfrente están los ucranianos, con el mismo hambre de llevarse el título, y que Pino Daniele ya está afinando por si tuviera que cantar una vez más para todo San Paolo.

 
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