La elegante madurez de Nick Cave
El cantante y su banda conquistan al público madrileño con un recital intenso de más de dos horas
El tiempo pasa y la gente cambia. Todos. Unos más y otros menos. Nick Cave ya no es aquel salvaje sin freno que se presentó hace más de tres décadas. Ha madurado, evolucionado, encontrado otras inquietudes más allá del ruido y el aullido. Sigue siendo un espectáculo sobre las tablas pero la madurez, los elegantes trajes y los años han dado otro fondo a la obra del cantante australiano.
Este viernes, Nick Cave se presentó en el Palacio de Congresos de Madrid con sus Bad Seeds. No había humo ni olía a cerveza, pero a pesar del enfoque de esta gira resultó imposible que el público aguantase sentado en su asiento. A la cuarta canción el público madrileño, que había agotado las entradas hace meses a pesar del precio, se abalanzó sobre el escenario para tocar a Cave, para estar cerca suyo, para gritar cuando el micrófono pasaba cerca. Pocos volvieron a sus asientos.
Nick Cave había diseñado una gira de teatros con el público sentado. Un espectáculo íntimo para presentar las canciones de su carrera con otro enfoque. El gran protagonismo se lo llevó ‘Push the sky away’, el último y aclamado álbum del grupo fue el gran protagonista con un tono sobrio que le queda bien. Canciones como ‘Jubilee Street’, ‘We No Who U R’ o ‘Mermaids’ oscilaron entre la calma y la tempestad, temas que pueden empezar entre susurros y terminar en aquellos aullidos que recuerdan al Cave más joven.
La gran noche de Nick Cave en Madrid duró algo más de dos horas en las que dio tiempo a recorrer la obra de la banda en un ambiente íntimo en el que el propio músico contestaba a las peticiones del público. “Esa no la voy a tocar por una sencilla razón. Es una canción muy mala”, llegó a decir ante los gritos de un asistente. El espectáculo, alejado de las salas de conciertos y los grandes festivales, mostró a un Cave más cercano. Sentado al piano o saltando entre los asientos de las primeras filas, el australiano afincado en el sur de Inglaterra demostró que es uno de los cantantes más magnéticos de las últimas décadas, un tipo al que cuesta dejar de mirar y que como los buenos actores es capaz de llenar un escenario con levantar una ceja.
La visita del grupo llega después de la edición del intenso documental sobre Cave, la publicación de su última novela y la banda sonora instrumental que ha grabado junto a su inseparable Warren Ellis. Una época dorada para el cantante que muestra la forma más acertada de madurar sin perder la esencia, de pasar del sudor y los gritos a algo más. El cierre de la noche confirmó todo esto con una traca final con temas como ‘Breathless’, ‘People aint no good’ o un pausado ‘Push the sky away’ que calmó los ánimos antes de volver a casa.