Vivir en la trinchera
A pesar de estar virtualmente clasificado, Chile deja muchas dudas cuando tiene que llevar la iniciativa ante rivales menores
Madrid
Chile no sabe jugar al ajedrez. La selección de Sampaoli se pierde cuando necesita pensar, buscar retóricas y encontrar huecos. No sabe creerse superior a su rival. Lo que de verdad les pone a los chilenos son las dificultades, pensar que el más difícil aún es posible porque para salir de la mina más profunda, ahí estará un chileno. Dame vértigo y estaré cómodo.
Decepcionó ante Ecuador con un juego lento y plomizo cuando le tocó llevar la iniciativa desde atrás. Solo un penalti inventado (y transformado) por Arturo Vidal les dejó en disposición de hacer lo que mejor saben: jugar a la contra con espacios. El guión inicial ante México fue el mismo: poca combinación, imposible encontrar espacios. Aunque en este caso los aztecas les hicieron un favor presentándoles dos situaciones límite. Ahí apareció la verdadera Chile, la que se olvida de pensar y se dedica al fútbol vertical.
Tiene un problema muy serio en la salida de balón desde atrás, con tres centrales jugando demasiado en horizontal sin encontrar el enlace claro con Marcelo Díaz. Chile solo se encuentra cuando aprieta el acelerador, aunque mejoró con Valdivia un par de pasos atrás para asistir con criterio a Alexis Sánchez y Vidal. Importante el paso al frente que dio el centrocampista de la Juventus ante México, asumiendo más responsabilidades y mejorando su actuación contra Ecuador.
Y es que el conjunto de Sampaoli se parece más a los pasionales 300 de Leónidas que a las intrincadas estrategias de guerra del ejército de Napoleón. Al igual que pasó en el Mundial, Chile prefiere sentirse inferior, ceder el balón y jugar con una presión muy agresiva arriba en la que destaque más su poderoso ataque que su dubitativa zona trasera. Cuando tenga en frente en las eliminatorias a los Colombia, Brasil o Argentina, entonces se dará cuenta de que puede hacer algo grande. En esos campos de batalla los chilenos se crecen y son impredecibles.