'Una segunda madre', el flechazo de la semana
Entrevistamos a Anna Muylaert, directora de esta pequeña joya que es estrena esta semana
Madrid
Desbordante de energía y generosidad e interpretada por la superestrella brasileña Regina Cassé, Val es la empleada de limpieza ideal y una perfecta segunda madre para Fabinho, hijo de una rica familia de Sao Paulo, con la que convive de interna desde hace diez años.
Pero como en todas las buenas historias en la que se mezclan las diferentes clases sociales, la tensión latente de esa relación jefe/empleado está a punto de estallar. El punto de inflexión lo marcará la llegada de Jessica, hija de Val.
Ana Muylaert dirige este hábil retrato de un Brasil en plena democratización. Jessica pone patas arriba el orden y ritmo de la casa. Esta joven segura de sí misma, inteligente, con una prometedora carrera de arquitectura, representa ese nuevo Brasil, esa nueva generación decida a no dejarse doblegar por reglas injustas, esa generación que exige privilegios hasta entonces negados. La llegada de este mini tornado de modernidad a una casa dónde los roles estaban establecidos.
Val, entonces, empieza a excusarse en nombre de Jessica por todo, y a consagrar toda su energía en salvar las apariencias respetando las reglas de un sistema casi feudal. Aun así, Jessica se siente a sus anchas en esa casa de locos, en la que el único fascinado por su presencia es José Carlos, el padre de la familia. “Jessica es un personaje de ficción, no conozco a ninguna persona como ella, parece una persona de 70 años, tan segura de sí misma. Con la llegada de Lula en Brasil, se empezaron a tomar medidas para acabar con el hambre, con la situación económica de los más pobres. El propio Lula sería una Jessica. Jessica sería una metáfora del Brasil post lula”, nos decía la directora a propósito de este personaje absolutamente fascinante.
El relato va mostrando poco a poco la crueldad a la que Val y su hija están sometidas. “Yo me crié con una ‘Val’, desde pequeña tuve dificultad para comprender la situación. Cuando dibujaba a mi familia siempre dudaba en si poner o no a la empleada, aunque yo sabía que no pertenecía a esa situación. Estaba pero no estaba. En la película hay varias escenas terriblemente crueles. Val vive ahí, pero siempre está de servicio. Buscaba marcar esa circunstancia”.
La cinta habla de la realidad de un país que empieza a rebelarse. Después de ganar el premio del jurado en Sundance y el premio del público en Berlin, se ha vendido a más de 20 países, ninguno latinoamericano. “La película va a crear malestar en Brasil cuando se estrene”, afirmaba Muylaert.
Una película necesaria, que habla sobre la educación, sobre la familia y las clases sociales y de cómo se relacionan entre ellas en un contexto social en el que empieza a brillar la esperanza.
