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MIÉNTEME CINE

Es la hora

SÁBADO 10:00H. Las horas en los tiempos del cine. El cine ha cometido errores Incluso en algo tan preciso como, aparentemente, es la medición del tiempo. Carlos lopez-Tapia nos pone en hora

Taller de Pita Barcelona / Paqui Ramos

Madrid

En el filme clásico "Cleopatra" se muestra un reloj de sobremesa en forma de templo, con varias columnitas de mármol y frontispicio correspondiente, en una habitación de la casa de Atenas de Jean Marsh/Octavia:

"¿Lo encuentras bello, Marco Antonio? Está hecho aquí, en Atenas."  Por supuesto que no es tan exacto como nuestras clepsidras, pero los griegos son tan esclavos de la estética. No es posible imaginar cómo sería el  funcionamiento de semejante reloj, ni las razones por las que habiendo enseñado los griegos a los romanos la fabricación de relojes de sol, arena y agua, el mostrado es menos exacto. El audio muestra algunos ejemplos más de las dificultades del cine popular histórico con la medición del tiempo en la vida cotidiana.

La máquina capaz de medir con exactitud y constancia el tiempo es uno de los grandes inventos de la historia de la humanidad; no de la misma importancia que el del fuego o la rueda, pero comparable al de la  imprenta de tipos móviles por sus implicaciones revolucionarias para la organización social.

Hasta el siglo XV no se introduce una aguja para medir los minutos, en el XVII aparecen en las esferas divisiones que señalan las medias y los cuartos, el siglo siguiente se inventa en Europa, sin que los historiadores detecten las razones, el reloj mecánico, que conduce a resolver una cuestión imposible durante tres siglos, y en el XIX se puede hacer la primera carta marítima precisa, en un viaje al que nos asomamos en el audio.

Cuando en 1860, el suizo Roskopf inventa el primer reloj barato y fiable (que vendía a 20 francos, el equivalente a cuatro días de salario de un obrero cualificado ), respondió a un concepto científico socialmente nuevo: la puntualidad.

El ferrocarril, con su necesidad de horarios para circular en dos direcciones por una sola vía, racionó el espacio en función del tiempo. supuso una exactitud horaria insólita y el reloj se convirtió en el instrumento fundamental de las operaciones ferroviarias. Los ferroviarios no hablaban de su reloj; hablaban de su «regulador», y la primera compra que hacía un empleado nuevo era ese instrumento, sólido, pesado, fiable, imponente.

La novedad alcanzó la «relojatría» Y un historiador observa: «... Antes del ferrocarril, poseer un reloj era un signo de riqueza, pero después se convirtió en un signo de civilización. No hay civilización sin ferrocarril, y no hay ferrocarril sin reloj». Se entiende que los liliputienses pensaran que el reloj de Gulliver era su dios, ya que lo sacaba y lo miraba constantemente.

Taller artesanal de Pita Barcelona / Paqui Ramos

Han pasado dos mil años desde que los ricos de la actual Mérida disponían de minúsculos solaria, esferas de bolsillo que hacían el mismo servicio que nuestros relojes de pulsera, hasta el nacimiento de Aniceto Jiménezb  Pita, un extremeño que se abrió camino en Barcelona, y que nos acompaña en el Estudio en representación de un gremio donde también hay divisiones.

Taller de desarrollo de Pita Barcelona / Paqui Ramos

Él subió a Primera al ser aceptado en el exclusivo club de la  Académie Horlogère des Créateurs Indépendants de Suiza. Junto con su hijo Daniel, recién llegado de Japón para cambiar de maleta y volver a Asia en unos días, y que recibe a Paqui Ramos en el taller de Pita Barcelona nos habla del reloj que le representa, un modelo al que llaman Oceana.

Foto de ideas de Aniceto Jiménez, dueño de Pita Barcelona / Paqui Ramos

Barcelona inspira a Aniceto, que tiene en la mesita de noche una libreta porque las ideas le han sorprendido más de una vez al salir del sueño.

El lujo y la complejidad definen a muchos relojes, hay uno que supera los cinco millones de euros ; otro que nos muestra el sistema solar de forma preciosa ; complejos a perpetuidad ;que muestran como son fabricados ;o con una coreografía espectacular en sus movimientos , pero todos nos recuerdan mejor y más constantemente que ninguna otra cosa que el tiempo puede ser difícil de definir comprensiblemente, pero medirlo si que sabemos.

Miénteme Cine

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POR FIN LA LONGITUD

Un margen de error de dos o tres grados es un error enorme cuando buscamos nuestra posición en un mapa que refleje los husos horarios de La tierra. Teniendo en cuenta que cada grado de longitud en el ecuador equivale a 100 kilómetros, un error de dos o tres grados puede provocar fácilmente una catástrofe. Durante tres siglos las coronas europeas pusieron sobre la mesa recompensas suculentas para quien encontrara una manera de calcular la longitud, para saber con exactitud la posición de un barco o una isla. No se conseguiría hasta que alguien fabricó el primer cronómetro capaz de superar el desgaste de la fricción de las piezas o los cambios de temperatura; capaz de mantener la hora viajando en un barco sin verse afectado ni por los movimientos ni por la humedad. John Harrison, carpintero hijo de carpintero y relojero autodidacta, sería el ganador de las veinte mil libras de recompensa,(cinco millones de euros actuales) años después de abandonar su pequeño pueblo de Hull para dirigirse a Londres, donde proclamó su intención de presentarse al concurso del Gran Premio convocado por el Parlamento en 1714. se pasó seis años construyendo su primer cronómetro de marina, que aún hoy puede verse funcionando en el National Maritime Museum de Greenwich (https://www.youtube.com/watch?v=l9KjcAs_xOY). Vale la pena verlo, especialmente si se llega por el Támesis desde Westminster, pasando por el Blackfriars Bridge para llegar a la altura de San Pablo y de la Torre de Londres, luego por debajo del Tower Bridge antes de costear a izquierda los docks de Londres; luego se sigue, más allá de la Isle of Dogs, para entrar en la parte que conduce a Greenwich y atracar en el muelle muy cerca del Royal Naval College. No hay ruta mejor para comprobar la inmensidad del viejo Londres y la grandeza marítima de Gran Bretaña. Los relojes de Harrison se encuentran en una sala del museo especialmente dedicada a la navegación y a la medición del tiempo. el primero que construyó es un reloj enorme(90 centímetros de altura, de anchura y profundidad, y un peso de 33 kilos). Es un objeto poco agraciado por no decir francamente feo. Es irregular, una masa informe de varillas, muelles y ruedas, con bolas y ruedecillas estriadas que sobresalen por arriba y por abajo. La impresión cambia al ver cómo funciona: un buen espectáculo. Una oscilación silenciosa, de una regularidad majestuosa, y ni siquiera el visitante menos interesado puede dejar de sorprenderse del talento que revela cada uno de sus componentes. En 1759 Harrison presentó el tercer prototipo que no medía más de 13 centímetros de diámetro, que cabía perfectamente en la mano. Este reloj que Harrison había concebido como reloj de a bordo fue el que finalmente cumplió las condiciones fijadas por el Parlamento británico en 1714 y se llevó el Gran Premio. Conociendo la hora exacta de Greenwich en todo momento, bastaba con esperar a que el sol ocupara el zenit donde fuera que estuviera un barco o una costa, para saber la diferencia, cuya hora, minuto y segundo ya se podía señalar siguiendo los husos horarios en que se dividía La tierra, desde los cálculos de un matemático persa del siglo IX, pero todavía deberían pasar casi cien años para que la marina británica encargase a un capitán de fragata que hiciera un viaje alrededor del mundo de dos años de duración, serían cinco, con más de veinte cronómetros a bordo, para hacer la carta marina más exacta del planeta. Con los relojes también viajaba un joven llamado Charles Darwin, con algún que otro problema, que se comenta en el audio, inferior en todo caso a los que supondrían su teoría sobre la evolución... le acusarían de matar a Dios.

 
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