Entre San Juan de la Cruz y Quevedo
Para Javier Krahe
JUAN CRUZ 13 JULIO
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Madrid
El Gran Wyoming dijo ayer que Javier Krahe, el cantautor, era el hombre serio más divertido que había conocido. Doy fe. Te miraba como si con sus ojos estuviera taladrando tu mente. Y eso hacía con las canciones, traspasaba el lugar común, le daba la vuelta y te hacía reír con su vitriolo tranquilo, arrancado a la noche oscura del alma. Estaba entre san Juan de la Cruz y Quevedo; él hubiera dicho que era la glorieta de Quevedo. Era un cantante urbano, un ciudadano que había encontrado palabras para regalárselas al escepticismo. No era exactamente divertido, pero se reía hasta del lucero del alba, y él era también el lucero del alba.