Agenda en dos actos
El director de la Cadena SER reflexiona sobre las elecciones catalanas y el nuevo mapa de los ayuntamientos

Madrid
El septiembre catalán
La llamada lista por la independencia catalana es un síntoma de muchas cosas pero señalemos, al menos, tres. Por un lado muestra el fracaso de Convergencia, hoy más pequeña y perdiendo la centralidad. Dicen las encuestas que de los 62 escaños de 2010 se quedarían en 35 de ir solos. Por otro lado, lo que han dado en llamar la excepcionalidad catalana sirve de salvoconducto para todo. Solo así se entiende que nadie haya denunciado lo profundamente reaccionario que es el concepto de listas sin políticos. Y por último cabe pensar que con esta lista unitaria, Convergencia empieza a socializar y repartir la frustración futura. Porque nada ha cambiado y por mucho marco legal catalán que se pretenda inventar será muy difícil que Cataluña desborde las estructuras del Estado. Máxime porque los datos son tajantes: más de la mitad de los catalanes tampoco lo desea.


Los nuevos ayuntamientos, bajo la lupa de aumento
Los ayuntamientos gobernados por lo que se ha dado en llamar la nueva política avanzan muy fiscalizados por la opinión pública, como corresponde. Pero podríamos decir que hasta ahora tampoco se ha visto nada para alarmarse pese a algunas actuaciones dogmáticas y prejuiciosas. Todos se han caracterizado por rebajar notablemente el sueldo de los concejales; y por una política de gestos que va desde el rechazo a subvencionar actividades taurinas a dejar aparcados los coches oficiales y por la recuperación de una posición laica. Hay mucha improvisación y rectificaciones, algo que también vemos en otros ayuntamientos.
De lo que se trata es de saber si al margen de este ruido, los nuevos partidos tienen un proyecto para estas ciudades. Por la cuenta que nos trae a todos, sería deseable que, al contrario que en el baloncesto, los minutos basura se estén disputando al comienzo del mandato.




