Aceite a cambio de wifi

La economía colaborativa en España ha despegado en los últimos años como una alternativa de consumo más económica a los productos tradicionales. Dirigido hacia un perfil menor de cuarenta y cinco años y con experiencia y cultura digital, son ellos los que buscan un valor añadido al producto adquirido con dos objetivos: ahorro económico y socialización.

Estos son, precisamente, los valores sobre los que los usuarios entienden que debe guiar el consumo. Un consumo inteligente construido sobre la utilidad de los productos y no sobre la propiedad de los mismos.

Transporte, alojamiento, préstamos monetarios, actividades del hogar o, simplemente, tiempo, son los productos sobre los que cada más personas deciden optar por esta alternativa que en España, impulsan colectivos como consumocolaborativo.com, dirigido por Albert Cañigueral: “sigue siendo un entorno elitista de personas con poder adquisitivo medio alto. Es una innovación social y como en otros casos, quien lo introduce es el joven urbano”. En este sentido, Cañigueral asegura que el consumo colaborativo se trata de “entender el consumo como un acto de acceso y uso a aquello que necesito y no pensar que tengo que comprar lo que necesito en un momento dado”.

Sin embargo, el equilibrio entre lo establecido y lo nuevo no se consigue inmediatamente y es en este punto donde más esfuerzos se realizan. La adaptación legal y económica en España del consumo colaborativo requiere una revisión de la legislación que, especialmente, “entra en conflicto con sectores como el transporte y el alojamiento”, sectores con mucha competencia y muy regulados: “hay que respetar la normativa actual y si hay algún tipo de licencia hay que entender para qué sirve y por qué existe. ¿Un taxímetro es la mejor manera de medir el valor de una carrera teniendo móviles que cuestan tres o cuatro meses menos?”, se pregunta Cañigueral.

En este sentido, la Comisión Nacional del Mercado y de la Competencia se ha puesto en marcha, desde este año, para equilibrar la balanza entre economía digital y tradicional. Antonio Meudes, director del departamento de promoción de la competencia, afirmaba en una mesa redonda de las octavas jornadas nacionales de Defensa de la Competencia, celebradas en Cataluña los días 16 y 17 de este mes, que no es posible acotar el mercado: “es una oportunidad para los nuevos entrantes y para las empresas que quieren entrar en el sector. Es muy difícil que esta revolución se vaya a parar por una norma”.

Después del verano la CNMC publicará las conclusiones de este estudio que servirá como base para equilibrar la actividad económica digital con el concepto más tradicional del comercio.

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