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El cuento musical del viejo Leo Welch

El músico, de 83 años, graba su segundo disco en dos años y se convierte en un reclamado bluesman tras una vida trabajando el campo

Leo Welch durante una actuación en 2013

Leo Welch durante una actuación en 2013

Leo Welch se jubiló a mediados de los años 90 tras décadas trabajando el campo. A la edad que muchos terminan su vida profesional, este hombre del sur profundo de los EEUU apenas estaba comenzando el gran viaje de su vida. En 2013, con 81 años a sus espaldas, Leo Welch debutó en la música con un disco que mezclaba blues y góspel. Una mañana, Welch llamó a Big Legal Mess, el sello subsidiario del prestigioso Fat Possum Records, y les pidió una oportunidad. Poco después, el viejo músico de Misisipí actuaba en una fiesta para el dueño del sello y unas semanas más tarde comenzaba a grabar su debut musical.

La vida del viejo Welch cambió de un modo radical en muy poco tiempo. ‘Savougla voices’ conquistó a crítica y público por su honradez, por la voz rota de este campesino que nunca pensó en dedicarse a la música. Aprendió los secretos de la guitarra de niño, cuando robaba el instrumento a su primo para esconderse a tocar con los amigos. Los hombres de su pueblo le enseñaron la esencia del blues, también los cantos espirituales de sus antepasados. Pero la música nunca fue más que un pasatiempo, un modo barato de matar las horas. Durante 45 años, Welch trabajó el campo día tras día y luchó por llegar a fin de mes. Su vida rozó la miseria y la jubilación solo aumentó ese agobio por pagar las facturas, pero el blues y el góspel, que tocaba en la iglesia de su pueblo, seguían siendo su consuelo.

A pesar de las complicaciones de la vida, la mejor parte de la historia de Leo estaba todavía por escribirse. Su debut musical recibió una gran atención mediática tanto por su trasfondo como por sus canciones, por esa voz rasgada mezclada con un oído viejo y una guitarra destartalada que sonaba demasiado alto. Welch empezó a ser reclamado por festivales y salas de medio país y comenzó a salir de su casa. “Nunca pensé que actuaría fuera de mi estado, nunca pensé que me subiría a un avión”, explicaba asombrado. Pero aquello apenas era el comienzo del cuento musical de este anciano que ahora, por primera vez en su vida, puede pagar sus facturas sin agobios y viajar, conocer ese mundo que durante décadas se limitó a su pueblo y los pueblos cercanos. De pronto, el mundo era su escenario. El éxito de ese debut ha rejuvenecido a Leo, que sobre las tablas parece más joven entre bailes y solos de guitarra eléctrica, con esa sonrisa que lucen los que viven sus sueños.

Pocos días después de que el bluesman cumpliese los 83 años llegó a las tiendas ‘I dont prefer no blues’, su segundo álbum. Si el primero se aproximaba más al góspel, esta nueva entrega se abre sin frenos al blues, un blues eléctrico y tosco, tan primitivo como honesto, un blues rural de un hombre de campo que se ha pasado más de cuatro décadas malviviendo del suelo antes de convertirse en músico profesional cumplidos los ochenta años. La vida da muchas vueltas, la de Welch ha dado alguna muy brusca, un giro insospechado en la historia de un hombre que en plena vejez disfruta como un niño pequeño.

 
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