¿Alguien se acuerda de las cuchillas de Ceuta y Melilla?

Madrid

Vayan ustedes a saber qué han hablado –de verdad– Merkel y Rajoy en su bucólico paseo. Y adivinen, además, qué habrá entendido cada uno de ellos de lo que ha dicho el otro, conocido el fluido inglés que domina nuestro presidente. Es de suponer, en cualquier caso, que habrán tratado la tragedia de los miles de cadáveres de inmigrantes –decenas de niños entre ellos- muertos en las fronteras de la democrática y liberal Europa en busca de un mundo mejor.

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Por cierto que el ministro francés de Asuntos Exteriores, Laurent Fabius, ha criticado con dureza a Hungría por la vergonzante valla de espinos desplegada por el neofascista Víktor Orban. Una crisis la del Este que a algunos, desgraciadamente, ha hecho olvidar la existencia de otras dos vallas que a muchos millones de españoles nos llenan de vergüenza: los doce kilómetros de alambre y cuchillas de Melilla y los ocho de Ceuta.

Pero ahí siguen esas concertinas que desgarran brazos y piernas para impedir –como sea- que los africanos mancillen nuestras tierras. Y eso que nuestro Gobierno, además de otras consideraciones ideológicas, es muy cristiano y a varios ministros y ministras –el inefable Fernández Díaz, el máximo responsable de las cuchillas, el primero- no se les caen de la boca las jaculatorias a distintas vírgenes.

¡Hay que ver qué canallas son los húngaros, poner una valla de espinos!