Venecia muestra la 'guerra' dentro de Israel
El cineasta israelí, Amos Gitai, ha recibido aplausos con 'Rabin, the last day', una reconstrucción del asesinato del primer ministro israelí, Isaac Rabin, a manos de un ultraortodoxo
Venecia
Con un minuto de silencio ha arrancado la rueda de prensa de Rabin, the last day, la última cinta del israelí Amos Gitai, recibida con aplausos en Venecia. Un gesto del realizador para mostrar su repulsa ante la muerte de la última víctima palestina del conflicto de Oriente Medio, madre del bebé asesinado en julio, Riham Dawabsha.
Tras el gesto, la rueda de prensa se ha convertido en un intento de la prensa europea por entender la esquizofrenia que vivió Israel en 1995, año del asesinato del primer ministro israelí Isaac Rabin a manos del joven extremista Yigal Armir.
"Cuando el presente es tan oscuro, hay que mirar al pasado para encontrar luz para el futuro", decía Gitai este lunes, unos meses después del atentado que perpetró un ortodoxo en la marcha del Orgullo gay en Tel Aviv. Gitai es un director cuyo cine no ha dejado de bucear en el pasado y el presente, (Kadosh, Zona libre, Kippur) para entender la complicada convivencia entre judíos y palestinos y entre los propios judíos. De ese modo, Rabin, the last day es un intento del realizador de mostrar que el pasado terrible puede volver a producirse, que la religión no debe guiar al pueblo de Israel y que las diferencias entre judíos siguen más abiertas que nunca. "No creo que vaya a producirse una guerra civil, pero sí un retroceso en los derechos civiles, como la libertad de prensa o la igualdad de las mujeres", decía Gitai en referencia al fuerte poder que acumulan los ultraortodoxos.
La fuerza del relato en la mezcla de imágenes reales que muestran de cerca el asesinato del primer ministro y la manifestación anterior en favor de la paz y los Acuerdos de Oslo en el centro de Tel Aviv. La debilidad de la narración, en cambio, llega con la recreación de la investigación de la Comisión Shamgar, que analizó los fallos de seguridad aquel fatídico día. “Esas tres balas cambiaron el destino de nuestro país. Ese breve momento de esperanza se evaporó hace 20 años", decía el director.
Gitai ha pedido a los políticos que no ignoren a los palestinos y que no se convierta el conflicto en un problema religioso, ya que estamos ante una cuestión puramente política. A diferencia de Oliver Stone en JFK, Gitai evita abrir nuevas sospechas, menciona de pasada las sospechas de conspiración política y apunta directamente a la extrema derecha ultra religiosa israelí como la culpable de acabar con la esperanza de alcanzar la paz y de separar a los propios judíos.
Lo sobrecogedor es que cada testimonio y cada argumento está basado en frases que se pronunciaron, en cosas que se dijeron, como el diagnóstico de una psicóloga ultraortodoxa, que apuntaba a la esquizofrenia como la causa de que Isaac Rabin quisiera negociar la paz. Hace veinte años del atentado y, Gitai, uno de los cronistas de la historia reciente de Israel, ha querido, entre el didactismo y el homenaje, dejar su versión de los hechos acaecidos y reivindicar el mensaje de lo Acuerdos de Oslo para que el pasado oscuro no sobrevuele el presente.
La semana ha empezado en Venecia con doble presencia española. Por un lado, la actriz Elena Anaya ha presentado La memoria del agua del chieleno Matías Bizé. Un sobrecogedor drama sobre la pérdida de un hijo en el que supone el papel más dramático de la actriz palentina y que ha se ha presentado en una de las secciones paralelas.
El maestro Carlos Saura ha traído a Venecia su último trabajo, Zonda, folckore argentino. Un acercamiento a los bailes y la cultura popular argentina del director de cintas como Tango, Flamenco Flamenco.
Pepa Blanes
Es jefa de Cultura de la Cadena SER. Licenciada en Periodismo por la UCM y Máster en Análisis Sociocultural...