Evita o la creación del mito
Imanol Arias protagoniza 'Eva no duerme', una perturbadora historia sobre el cadáver de Eva Perón y Asier Altuna revive el conflicto entre tradición y modernidad en 'Amama'
San Sebastián
Durante 25 años el cadáver de Eva Perón estuvo desaparecido. 25 años de convulsión política en Argentina, mientras el cuerpo de uno de los mitos de la historia moderna del país latinoamericano había sido secuestrado. El director argentino Pablo Agüero (Salamandra) se sumerge en ese periodo en Eva no duerme, coproducción española que compite por la Concha de Oro.
Construida con una gran teatralidad y dividida en tres partes, Eva no duerme con imágenes de archivo de la propia Evita. "Lo leí todo, obviamente todos mienten, eso es lo que me da margen para construir mi ficción", decía Agüero en rueda de prensa. "Evita sigue siendo la figura política más importante de Argentina, una figura política tan poderosa", cuanta el director que admitía su miedo a que su generación (la nacida a finales de los 70) no conectara con la historia. "Ningún director bueno de mi país se había atrevido, los malos sí", añadía Agüero que comparaba a Evita con una "Janis Joplin más trágica y social".
La película refleja la lucha entre el modelo de estado proteccionista y el neoliberal a lo largo de 25 años, desde la muerte de Evita hasta la llegada de su cadáver a Argentina, con el gobierno de Isabel Perón en el poder. "Fue una falsa reconciliación", sentenciaba el director argentino. "Se trató de una recuperación política muy delirante porque Isabel Perón representaba lo contrario de Evita. Es cuando el capitalismo recupera los iconos revolucionarios, como luego haría el merchandising del Che", añade.
Imanol Arias es el embalsamador del cadáver, un personaje real que fue llamado por la URSS para embalsamar a Lenin, pero rechazó el ofrecimiento. De ahí recaló en Argentina donde embalsamó las manos del compositor Manuel de Falla. "Se convierte en el último valedor del descanso de Eva Perón". Según el actor español, el trabajo de su personaje, su perfección médica es la que "imposibilita la desaparición" del mito y logra que el personaje siga siendo perturbador.
La otra cinta del día ha sido Amama, segunda película en euskera que compite en San Sebastián. La primera fue Loreak, el año pasado, que no ganó, pero fue recibida con entusiasmo por la crítica. Asier Altuna (Aúpa Etxebeste, Bertsolari) habla en Amama del conflicto entre lo rural y lo urbano, entre modernidad y tradición, como en su día hizo el Médem de Vacas o Tasio de Armendáriz. Aunque esos títulos pertenecen a los noventa y ochenta, Altuna insistía en que es una lucha que se da hoy en día. "Es un retrato real, hay gente así, el caserío da protección, economía y espiritualidad", aseguraba Altuna.
Con una poética que recuerda al director de Lucía y el sexo, Altuna habla del nexo familiar, de romper roles y una tradición ligada a la sangre y a la tierra en el contexto del caserío. "No es que sea una amenaza, es la vida la que nos ha llevado a esto. El caserío ya no tiene sentido de alguna manera porque ha cambiado la forma de ganarnos la vida, de cómo te colocas en el mundo", concluía el director vasco.