Mucho discurso, poca química
San Sebastián acapara cuatro cintas con compromiso social, entre ellas 'Freehel' sobre la lucha LGTB con Ellen Page y 'Lejos del mar' de Imanol Uribe y con Elena Anaya y Eduard Fernández como víctima y etarra buscando la reconciliación
San Sebastián
“El compromiso es un acto, no una palabra”, dijo Sartre. Freeheld, la esperada película que ha reunido a la oscarizada Julianne Moore y a Ellen Page, cara visible del activismo LGTB, es una narración tradicional al estilo de Philadelphia o Erin Brockovich. El individuo se enfrenta al sistema no con actos, sino con palabras, con discursos que buscan la lágrima, pero evitan ofender. Solo así se entiende la diferencia que la cinta marca entre reivindicación individual y activismo. "No querían formar parte de un movimiento político sino luchar por los derechos", ha explicado el productor de la cinta, Michael Shamberg.
La cinta dirigida por Peter Sollett recrea uno de los casos clave en la lucha por la igualdad de la comunidad LGTB. Una pareja de lesbianas reclama lo que les corresponde, la pensión de una de ellas enferma terminal de cáncer y prestigiosa policía del condado de Nueva Jersey. La poca química entre Julianne Moore y Ellen Page y la manipulación hacia lo lacrimógeno del director, hacen de Freeheld un drama convencional y fácil para el espectador que se estrena en el año en el que Estados Unidos permitió el matrimonio homosexual. "Me siento muy feliz e inspirada por sentirme tan viva, por ser quien soy y amar libremente y eso me ayuda en el plano creativo", explicaba la actriz al ser preguntada por su salida del armario.
La siguiente película que aspira a ganar la Concha de Oro es Les Chevaliers blancs del director belga Joachim Lafosse, Una reflexión sobre los límites de la cooperación internacional con Vincent Lindon como protagonista. Él y su equipo piensan sacar de Chad a 300 huérfanos víctimas de la guerra civil y entregarlos a franceses que han tramitado solicitudes de adopción. La china Back to the north, de Liu Hao, nos sitúa en el conflicto de las “familias perdidas”. Esas familias chinas que se han quedado sin descendientes. Rodada en blanco y negro, la cinta nos permite comprender la desesperación de una enferma terminal que teme por el futuro que les espera a sus padres, una vez que ella desaparezca.
Fuera de concurso hoy ha sido el día para el conflicto más cercano: la reconciliación entre ETA y las víctimas. Imanol Uribe, uno de los directores que más se ha acercado al conflicto vasco, dirige Lejos del mar, un drama que cuenta con Elena Anaya y Eduard Fernández como víctima y etarra, beneficiado de la Doctrina Parot, que se encuentran en Almería. Como ya hiciera en Días contados (con la que logró la Concha de Oro aquí en San Sebastián) o La muerte de Mikel, Uribe presenta una propuesta arriesgada con una relación imposible entre víctima y verdugo con la reconciliación, el perdón y la venganza como telón de fondo.
"Tenía la sensación como de intentar cruzar un capo minado", reconocía Uribe, cuya película no ha sido bien recibida en el certamen. "A pesar de las dificultades, de ser un tema complicado, doloroso para mucha gente, que pone a la gente nerviosa, que lo he visto en alguna proyección que hemos hecho, a pesar de todo eso creo que merece la pena", ha concluido el director vasco. El actor Eduard Fernández ha defendido a su personaje, un etarra arrepentido, que ya ha cumplido condena. "Es un personaje que debo y quiero entender y no debo juzgar como actor para hacerlo bien. El reto era, que es la pregunta que se hace el personaje a sí mismo y a la sociedad, ¿puedo vivir? ¿tengo derecho a vivir?".