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Una semana para borrar del calendario

El PP se ha tenido que enfrentar en los últimos días a una crisis interna y a un cruce diálectico en la prensa entre dos de sus ministros. Lo intentó zanjar en Toledo con foto de familia. El PSOE y su anuncio de su fichaje estrella le ha ocupado todo el fin de semana. Analiza nuestro corresponsal político, Rafa de Miguel

El presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, acompañado por la secretaria general del PP, María Dolores de Cospedal, a su llegada al acto "CumPPlimos. / Ismael Herrero EFE

Madrid

El pasado viernes, el jefe de campaña del PP, Jorge Moragas, reunió para comer al equipo de comunicación del partido. Para conocerse y hablar, nos dicen. No deja de sorprender que haya tardado tanto en hacerlo, y que lo haga precisamente en una semana en la que la coordinación en los mensajes ha sido un desastre.

Y esta semana entrante se constituirá -por fin- el comité de campaña, y las cosas, en teoría, van a cambiar: Moragas soltará lastre, delegará en sus tareas como jefe de gabinete del presidente del Gobierno y pasará más horas en la sede del partido, en la calle Génova. "No se puede reunir a la gente para diseñar estrategias a las ocho de la tarde", nos dice alguien que sabe muy bien cómo funciona esta maquinaria, "porque para entonces ya no tienes tiempo de reaccionar".

Ni tiempo, ni la atención necesaria para controlar todos los mensajes que se lanzan desde el Gobierno, el partido… o el grupo parlamentario.

El video, al cajón

Par ejemplo, el desastroso video de la España moribunda que entraba en el quirófano. En el peor de los casos, todo apunta a que ni Moragas ni nadie de comunicación pudo verlo antes. En el mejor, apenas le prestaron atención y le dieron luz verde sin pensarlo dos veces. A toro pasado, más de uno se echó las manos a la cabeza. Y es muy curioso que lo hayan enterrado inmediatamente: ni se ha vuelto a ver, ni se verá de nuevo, dicen. Está claro que como mensaje no fue muy pensado ni coordinado.

Ha habido muchos nervios, y esos nervios han hecho aflorar las guerras y bandos que desde hace tiempo existen en el Partido Popular.

"Lo que se rompe, se paga"

Y quizás, por mantener la calma, la más beneficiada estos días sea la que supuestamente estaba más de retirada. Era llamativo la soltura y tranquilidad con que se veía este sábado a Cospedal, en la foto del cigarral de Toledo, al lado del presidente. En primera línea.

Y en primera línea estaba también en la presentación oficial como nuevo líder del PP vasco, Alfonso Alonso.

Parece que hubiera aplicado esa regla tan famosa que el general Colin Powell puso de moda cuando criticó la invasión de Irak. La "regla de Pottery Barn", en referencia a una famosa cadena de vajillas y cristalerías. "Lo que se rompe, se paga", decía.

Alonso instigó las zancadillas a Arantxa Quiroga. Y finalmente Cospedal sugirió a Rajoy que mandara al País Vasco a poner orden al que dos años antes se negó a tomar las riendas en Euskadi. A pesar de las pocas ganas que tenía Alonso de dejar Madrid, dicho y hecho. Rajoy hizo caso a su secretaria General.

Fichajes con ruido que alivian al PP

Ha sido una semana nefasta para el PP que sin embargo el PSOE no ha sabido aprovechar.

En el Partido Popular se cabreaban por la lentitud de Rajoy en configurar las listas, mientras el PSOE ya se estaba moviendo. Al final, visto el malestar creado en las filas socialistas por la inclusión con calzador de Irene Lozano o de la comandante retirada, Zaida Cantera, los populares se han consolado un poco.

Porque, como dice alguien que conoce muy bien la política y al PSOE, Zaida Cantera apunta a "carne de grupo mixto", como ya ocurrió con otros fichajes estrella, y a cambio han quedado desplazados personajes importantes como José Enrique Serrano, el hombre del que no pudieron prescindir ni Felipe González, ni Zapatero ni el propio Pedro Sánchez.

Y, por cierto, puestos a hablar de comunicación mal coordinada, también se critica que en una semana en la que lo mejor era estar callado y dejar al PP que se diera solo un tiro en el pie, se presentó una parte tan fundamental del programa socialista como las medidas laborales, que pasó sin pena ni gloria. O peor aun, el único titular que sobrevivió fue el de que el PSOE, de momento, mantendría, de gobernar, el despido más barato que aprobó el PP.

 
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