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LA OPINIÓN DE CARLES FRANCINO

Actores y políticos

"La política tiene mucho de teatro, eso se dice a menudo. Pero cuidado con el auténtico significado de la expresión, porque la realidad es que muchos –o bastantes- de nuestros políticos no pasarían el casting ni para la obra de final de curso del instituto. Y ¿saben por qué? Por lo peor que puede ocurrirle a un actor: que no te lo creas."

La opinión de Francino | Actores y políticos

La opinión de Francino | Actores y políticos

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Madrid

Hoy les saludamos desde el Teatro de la Comedia, en Madrid, un equipamiento cultural que acaba de resucitar para el público después de casi 14 años. Y que lo ha hecho, además, con un clásico como 'El alcalde de Zalamea', donde el honor, la justicia y la vileza se reparten el espacio....casi a partes iguales, como en la vida real. Esta tarde tendremos el honor de conversar con dos de sus principales artífices....y hacerlo además desde el escenario, que es todo un lujo. En cuanto al patio de butacas, pues tiene esta tarde un público muy especial: lo ocupan los oyentes, en una demostración palpable de cuánto tienen en común el teatro y la radio; incluso si me apuran el teatro y La Ventana, porque recordemos que la palabra viene del griego "theátron", literalmente "mirar" que es lo que se hace precisamente a través de una ventana.

Pero este alcalde de Zalamea nos recuerda –o al menos a mí- me recuerda también otras cosas. Primero, que el teatro ha estado históricamente vinculado a criticar al poder y a los poderosos; y segundo, que la vida cotidiana, la vida desprovista de artificios o intermediarios interesados tiene mucha más verdad que la que nos proponen algunos de esos poderosos. Y estaba pensando todo esto a propósito del exitazo de audiencia obtenido anoche por el programa "Salvados" con un debate, con una simple conversación entre los dos políticos de moda que son Albert Rivera y Pablo Iglesias. Más de cinco millones de espectadores siguieron un cara a cara en el que no había ni cuotas de tiempo, ni asesores enredando en el control, ni negociación previa sobre qué temas se trataban o se dejaban de tratar, ni grandes alardes técnicos con grúas, travellings y decorados. Nada: sólo dos protagonistas (políticos con cosas que decir), un director (periodista con ganas de preguntar) y un escenario (en este caso un café de barrio). Y el resultado, el magnífico resultado de esta experiencia supone –al menos en mi modesta opinión- supone sobre todo un triunfo de la normalidad; esa normalidad....civil, democrática, transparente.... que nos han secuestrado desde hace tanto tiempo a base de imposturas, eslóganes, márketing y argumentarios de plástico; por no hablar de las mentiras o de la colonización de las instituciones.

Sí, ya sé que la política tiene mucho –o bastante- de teatro, eso se dice a menudo. Pero cuidado con el auténtico significado de la expresión, porque la realidad es que muchos –o bastantes- de nuestros políticos no pasarían el casting ni para la obra de final de curso del instituto. Y ¿saben por qué? Por lo peor que puede ocurrirle a un actor: que no te lo creas.

 
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