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LA DISCOTECA DE SOFÁ SONORO

El estropicio francés de La Iguana

La discoteca de Sofá Sonoro se adentra en ‘Après’, el álbum en francés que Iggy Pop editó en 2012 y que fue zarandeado por la crítica

Portada de 'Après', el álbum en francés de Iggy Pop / IGGY POP

El maldito disco no es bueno, pero seduce. Lo rechazó su sello y no triunfó, pero fascina. No tiene razón de ser ni un enfoque con el que venderlo, pero te alegra el día. Son cinco versiones de clásicos franceses, cuatro en inglés y otra a medias, pero Iggy Pop se aleja de su zona de confort y su experimento engancha cuando su voz rota y antaño incontenible se viste con trajes de Cole Porter, Serge Gainsbourg o Edith Piaf.

La aventura de Iggy de 2012 no fue un éxito, pero tiene encanto. Una dulce melancolía, un contraste en el cambio de vida de uno de los músicos más salvajes de todos los tiempos que ahora se muestra tranquilo, pausado, tremendamente seductor en una colección de canciones de desamor que marcaron su infancia.

El francés de La Iguana resulta tan ofensivo como el mío, pero Iggy se atreve con temas eternos que son parte de los mejores años de la música francesa y aunque sale magullado del atrevimiento hay pocos músicos a los que las heridas le sienten tan bien como a Iggy Pop, capaz de reírse de sí mismo en un anuncio de bebidas como de destrozar la gran canción de Edith Piaff y, sin embargo, darle encanto.

Decía un músico de rock que si algo no puedes mejorarlo al menos cópialo bien, eso a Iggy le da igual. No le importa lo más mínimo, pero a pesar del desacato, su disco tiene algo. Nada excesivamente bueno, nada a la altura de su leyenda, pero algo que tiene valor y mérito. Las aventuras de los angloparlantes en otros idiomas nunca han sido excesivamente aplaudidas, suelen incluso resultar dolorosas. Pero el riesgo, cuando no se intenta vender más discos, merece el aplauso. Iggy no pretendía tener un éxito, ni recibir el aplauso de la crítica, le hubiera bastado con no ser humillado por su discográfica, recibir ese rechazo tan doloroso. Él solamente quería cantar una colección de canciones que por distintos motivos tenían un significado especial en su vida. Ya había pasado por algo parecido unos años antes cuando en 2009 editó 'Préliminaires', otro disco fustigado por la crítica que solo gustó a NME y en el que ya cantó en francés. Los experimentos musicales o entusiasman o decepcionan. Los del veterano músico de Michigan no gustaron, pero algo tienen, nada que los haga eternos, pero suficiente para un momento de desahogo, y eso no es poco. Después de todo, no hay tantos músicos capaces de hacer un disco malo que mole. Cosas de La Iguana

 
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