Tres claves para entender el éxito de Garbiñe

Madrid

"Ser agresiva no es un objetivo en sí, es una herramienta para llegar a lo que queremos que sea Garbiñe", decía Alejo Mancisidor, exentrenador de Muguruza, a Punto SER y Partido pocas semanas antes de cesar su relación profesional. Y es que en apenas tres meses el resto de la evolución que el vasco tenía planeada parece haberse completado. De la mano del galo Sam Sumyk, Garbiñe está mostrando su versión más versatil y perfecta cimentada en tres aspectos.

1. Físico

Sam Sumyk ya lo hizo con Eugenie Bouchard, trasformando una gran tenista en una máquina capaz de jugar una final y dos semis de Grand Slam en el mismo año. Con Garbiñe está logrando que la española sea más fiable en los sets definitivos.

Muguruza ha jugado seis partidos entre individuales y dobles en apenas cinco días, ganando cinco de ellos y perdiendo únicamente el primero que jugó con Carla. Lejos de acusar el cansancio, el sábado afrontará la opción de jugar la final de ambas disciplinas.

2. Concentración

Quizás por su juventud, Garbiñe siempre ha acusado cierta falta de regularidad, tanto en fases de la temporada como dentro del mismo partido, con valles y desconexiones que la hacían perder competitividad.

En Singapur rara vez ha ido por debajo en el marcador, y cuando ha perdido el saque o ha sufrido golpes anímicos, ha logrado sobreponerse con rapidez.

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3. Creatividad

Alejo Mancisidor se refería a la agresividad como paso previo a una Garbiñe superior, pero no le dio tiempo a llegar al final del trabajo. Sobre todo a partir del inicio de la gira asiática Muguruza empezó a mostrar golpes que no solíamos ver, como reveses liftados, bolas altas y alguna dejada repleta de magia.

En definitiva, tres aspectos que están trasformando el patrón de juego de una jugadora que se ha convertido en la mayor amenaza del circuito WTA.