Ryan Adams y la mutación del pop
El músico estadounidense desconcierta a todos versionando al completo y en orden '1989', el último álbum de estudio de Taylor Swift
Ryan Adams se ha movido siempre al margen de normas de la industria. Hace diez años reventó el mercado editando tres discos en un mismo curso, aquella exhibición de creatividad recordó a cuando Bob Dylan hizo lo propio entre el verano del 64 y el del 65. Pero el último movimiento de Adams ha sido todavía más sorprendente. El músico de Jacksonville ha editado ‘1989’, su peculiar reinterpretación del último álbum de Taylor Swift. Un disco con las mismas canciones, en el mismo orden, pero totalmente diferente. Adams, además, no ha esperado mucho, el disco de Swift se editó a finales de 2014 y este verano el cantante anunciaba en Twitter que estaba preparando su reinterpretación de las canciones de la joven estrella de la música.
‘1989’ supuso el gran giro en la carrera de Switf, el trabajo con el que la cantante se distanció del folk abrazando definitivamente el pop que ya había tanteado en anteriores entregas. El álbum, en apenas seis meses, despachó más de ocho millones de copias consolidando a Swift como la gran artista del momento. Todo esto provocó que la noticia del proyecto de Adams resultase chocante. No es ni de lejos el primer artista independiente que versiona a una diva del pop, pero sí es el primero que dedica un álbum entero a ello. Las canciones de Swift parecen nuevas tras pasar por el filtro de Adams, adquieren una profundidad diferente, se alejan del pop y los arreglos vuelven las canciones introspectivas, tímidas, menos poderosas aunque más seductoras.
Es difícil entender qué ha llevado a Ryan Adams a meterse en los problemas y en las dudas que envuelven las canciones de la cantante de Pensilvania, el rédito no parece demasiado. Algunas críticas han sido especialmente crueles con Adams. Tampoco parece probable que vaya a robar seguidores a Taylor Swift, o que estos si quiera puedan sentir curiosidad por la reinterpretación de Adams. Pero nada de esto ha frenado al compositor estadounidense. Su trabajo, sin embargo, resulta interesante. Ryan Adams es un músico dotado, autor de algunos de los mejores álbumes de la primera década de este siglo, y consigue llevar ‘1989’ a su terreno, convertirlo en algo suyo, hacer que parezca algo nuevo. Canciones tan trilladas como ‘Bad blood’, ‘Shake it off’ suenan irreconocibles sin ese aire pop y la guitarra de Adams suple los excesos de orquestación y producción. La lectura de Ryan Adams no pasará a la historia de la música ni era necesaria, pero tiene esencia y se sostiene aunque quede lejos del legado del autor de álbumes tan redondos como ‘Heartbreaker’ (2000), ‘Cold roses’ (2005) o ‘Love is hell’ (2004).