Charles de Gaulle

Madrid

Combatiente: en la Primera Guerra Mundial.

Desobediente: atacando trincheras enemigas.

Alto: en estatura y en miras.

Inquieto: organizando ponencias sobre el estado de guerra mientras estaba prisionero.

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Son algunas de las palabras que podrían definirme. Mi vida empezó en una tranquila familia, de tradición cristiana y militar. Así mis estudios, y así mis inicios.

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Hablando por la radio como estoy esta madrugada me gusta recordar cuando era precisamente a través de la radio como daba sentido a mi vida y a mi pensamiento y a mi manera de entender lo que sucedía en mi país, y por tanto, en mi historia.

Estaba en Londres y la radio servía para hacer llamamientos, para unir, para contar y para reunir. Para seguir sintiendo Francia. Para continuar la resistencia y sirvió también para que, aun faltándome apoyos, se me reconociese como representante legítimo.

Siempre me pareció importante observar, y sacar conclusiones generales de un suceso aislado, con lógica. Siempre con lógica.

La lógica, tras lo que yo estaba haciendo en el exilio, y las personalidades que conseguí a mi alrededor, hicieron que me pusiesen al frente del gobierno provisional. Era entonces ya un general.

“Los políticos y los soldados tienen forzosamente que colaborar. Si no tienen gusto ni tacto alguno, en ellos está el lograr el uno y lo otro, y por comprensión y sabiduría amoldarse, pero el deber de los unos y los otros consiste en actuar de acuerdo”.

Primero asumí un cargo, luego ya gané unas elecciones.

No hubo partido político de por medio, era yo, con mis ideas, que por cierto han trascendido, y era yo a través de un movimiento.

En este tiempo hubo tiempo para independencias y reconciliaciones. Incluso llegó el momento de un malestar social que me llevó a la puerta de salida con luminoso incorporado.

“No pueden tenerse en cuenta los desastres que por sus disputas se originaron, y sus recíprocos resquemores fueron el origen de todas las negligencias, causa de las desventuradas luchas. No se tuvo en cuenta que la historia de una guerra comienza en tiempo de paz”.

Perdido un referéndum: derrota, dimisión y retirada. Como el militar que llevaba dentro y que llevaba fuera: no negociar cuando las condiciones fuesen propicias; y no negociar cuando el rival posee superioridad numérica y estratégica. Fue mayo del 68…

El orgullo no es solo que mis palabras quedasen para siempre en los libros que desarrollé, el orgullo es que mis ideas sigan presentes en mi país en la actualidad, años después de mi legado, de mi mandato y de mi lucha. Esto aporta más que un aeropuerto y una plaza a mi nombre: ¡hay una corriente de ideas que lleva mi nombre!