En territorio indio
Jacinto Antón nos trae las leyendas y costumbres de algunas tribus nativas de Norteamérica
Madrid
Se escuchan cánticos de fondo, los mismos que hace siglos entonaron los primeros moradores de las praderas norteamericanas. Por la puerta del estudio entra uno de nuestros invitados investido de cierta aura solemne, como sus antepasados. Nos regala una sonrisa. Se llama Joseph Casillas y la sangre comanche corre por sus venas.
Los indios comanches de Norteamérica fueron expertos jinetes y grandes guerreros, se convirtieron en la verdadera gran amenaza india a la expansión de Estados Unidos. Para luchar contra ellos se crearon nada menos que los rangers de Tejas. Su nombre popular significa “el que está siempre en mi contra”. Consagrados a las incursiones y al pillaje, la guerra fue parte importante de su estilo de vida. Fueron los forjadores de un vasto y poderoso “imperio” que se expandió por todo el suroeste de Estados Unidos.
Los antepasados de Joseph vivieron en tierras consagradas a la espiritualidad y a la leyenda. Actualmente está realizando el doctorado en Lingüística en la Universidad de Arizona y además colabora en proyectos de recuperación de la lengua comanche, como la elaboración de un diccionario, en la Comanche Nation College. A su paso por A Vivir nos ha regalado muchos recuerdos de una vida que ya solo existe en los libros de historia: “Guardar las tradiciones culturales es una tarea difícil, a medida que el tiempo pasa todo se va perdiendo”.
- La comanche más longeva
De temidos guerreros a jugadores
Las comunidades indígenas norteamericanas han experimentado una transformación radical. De su legendaria imagen de temidos guerreros han pasado a la de crupieres que organizan el juego a la voz de: “Hagan sus apuestas”. La fiebre de los casinos se ha extendido por todo Estados Unidos, estas casas de juego les permiten una autonomía e independencia económica que de otra manera no tendrían. La tribu de Joseph también tiene uno gracias al cual financian muchos proyectos educativos y sociales: “El dinero que se obtiene se reparte a final de año entre toda la comunidad”.
Territorio navajo
Seguimos en territorio indio. Nuestro otro invitado se llama Jordan Tsosie, y es navajo. Los navajos forman la mayor comunidad nativa estadounidense repartida entre los estados de Arizona, Nuevo México, Utah y Colorado. Llegados desde Canadá, se establecieron en el suroeste en el siglo XIII. Cazadores y recolectores aprendieron a cultivar y tejer gracias a los indios pueblo. Tsosie nació en una reserva al norte de Arizona, cerca del lago Powell y vivió allí hasta los 18 años: “Mi familia vivía dentro de la reserva, sin electricidad ni agua corriente, con animales. Era todo lo que amaban”. “Me inculcaron el trabajo duro, la idea de no abandonar, de no rendirme. También el lenguaje, la lengua significa mucho para nosotros”.
El engaño a Nube Roja
En la charla no ha faltado nuestro antropólogo de cabecera, Jacinto Antón, que nos ha traído toda la magia de las llanuras y bosques norteamericanos con sus historias de crueles batallas y cabelleras cortadas. Especial atención ha recibido un sioux legendario, Nube Roja, que vuelve a dar que hablar gracias a la biografía: En el corazón de todo lo existente, de Tom Clavin y Bob Drury (Capitán Swing).
Su impresionante y exótica imagen le convirtieron en toda una leyenda. De carácter arrogante y orgulloso destacó por ser un gran político y estratega que doblegó a los destacamentos del enemigo, tal era el miedo que infundía que el ejército norteamericano no encontraba voluntarios para enviarle mensajes. Su fama de guerrero imbatible no le libró de un gran engaño: la firma del Tratado de Fort Laramie, en 1868, un documento firmado con los blancos en las praderas para terminar una contienda en la que los sioux –bajo su liderazgo- habían puesto en jaque a las guarniciones militares de Montana y Wyoming. Nube Roja no sabía leer y, cuando le leyeron en Washington el escrito, descubrió con gran disgusto que el papel firmado incluía una cláusula en la que aceptaba llevar a los suyos a una reserva.
Jacinto Antón ha confesado ser un amante de la cultura de todos estos nativos: “Mi universo indio se enraíza en las cajas de figuritas de plástico pintadas de Comansi y en los tebeos de la serie Tomajauk que mi madre me compraba cuando la acompañaba al supermercado para que me estuviera quieto. En aquellas viñetas descubrí mis primeras guerras y a los iroqueses, a los que poco después siguieron los navajos de las aventuras del teniente Blueberry que luego me ha acompañado siempre”.
EL ANTROPÓLOGO INOCENTE (29.11.2015)
26:39
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