El año de Garbiñe Muguruza

Madrid

Cogió su primera raqueta a los tres años en Caracas, se hizo tenista en Barcelona y se consagró el pasado verano en la hierba londinense como finalista en Wimbledon, el torneo más emblemático y donde solo llegan al partido final los elegidos.

A pesar de que Garbiñe dudó entre representar a España o Venezuela -era como elegir entre papá y mamá según sus propias palabras-, se ha convertido finalmente en la gran y esperada sucesora de dos mitos como Arantxa Sánchez Vicario y Conchita Martínez en el tenis femenino de nuestro país.

Carismática dentro y fuera de la pista y con las ideas muy claras, Muguruza solo pide tranquilidad para afrontar la próxima temporada, la más difícil, la de su certificación en la élite de un deporte tan exigente como el tenis.

Quizá en 2016 podamos hablar de una medalla olímpica, una de sus grandes ilusiones, lo que es seguro es que en 2015 hemos hablado y mucho de tenis femenino gracias a ella, muchos años después.