Espejismos de éxito
A excepción de cuatro equipos, el resto de clubs se convirtieron en sociedades anónimas y vendieron su alma al diablo a cambio de un espejismo de éxito

Madrid
Hay dos ciudades que están sufriendo estos días el mal uso y peores tratos que dan a su club de fútbol los dueños a quienes se los vendieron. Hace tiempo, cuando llegaron las Sociedades Anónimas y aquí se hipnotizaba a la gente como si eso fuera el maná del fútbol, yo fui el que dije que el fútbol es pasión y alma, y que si vendían los clubs al mejor y aprovechado postor, también vendían su alma.


A excepción del Real Madrid, el Barcelona, el Athletic de Bilbao y el Osasuna, a quienes la Ley del Deporte no les obligó a convertirse en sociedades anónimas, todos vendieron su alma al diablo a cambio de un espejismo de éxito.
El fiasco de la compra del Valencia lo anunció Pedro Morata en la Ciudad y buenos quebraderos de cabeza le costó. El del Málaga es parecido: cuando el jeque no ha podido obtener las escandalosas recalificaciones que imaginaba, ha dejado de interesarle el club. El Valencia ahora es propiedad de un magnate de Singapur, al que se lo administra un intermediario de los jugadores.
Y el Málaga pertenece a un jeque que, tengo la sensación, va a destrozar el club como esos niños que, cuando se enfadan, rompen los juguetes. Porque el talento de estos tipos no suele a crecer al tiempo que su ego. Pero quien compra un alma es porque no tiene corazón.
Por eso el club duele en la Ciudad a todos... menos a sus dueños.




