“El 90% de los fenónemos se debe a un suceso terrorífico y sangriento anterior”
La grafopsicóloga Clara Tahoces recoge en ‘El gran libro de las casas encantadas’ 30 casos enigmáticos a partir de las declaraciones de sus propios protagonistas
Madrid
Ruidos misteriosos, desplazamiento de objetos, olores extraños que surgen de la nada, voces que susurran nuestro nombre o visiones espectrales son algunas de las muchas experiencias que recoge Clara Tahoces en ‘El gran libro de las casas encantadas’. Unas historias que hay que leer “con la mente abierta”, como dice la autora, para ser capaz de captar todos los detalles descritos en cada caso. “En el 90% de los casos siempre ha habido ese suceso luctuoso, terrorífico y, a veces, sangriento que los moradores desconocían y es cuando se deciden a investigar el pasado del lugar”, asegura Tahoces esta mañana en Hoy por Hoy con Gemma Nierga.
El gran libro de las casas encantadas
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El interés de Tahoces por los fenómenos paranormales comenzó a sus ocho o diez años, cuando viajaba con sus padres y sus hermanas y, en plena noche, se quedaron sin gasolina en mitad de la carretera. Su padre consiguió convencer a unos vecinos del pueblo más cercano para que les acogiesen hasta el día siguiente y estos les alojaron en una casa que estaban reformando. La casa tenía tres plantas, pero la última, recuerda la autora, estaba totalmente cerrada. Mientras dormían escucharon pasos y ruidos “como de mudanza” procedentes del piso superior y, aunque lo comentaron al día siguiente, no le dieron mayor importancia. Todos menos Clara, pues este se convirtió en su primer contacto con las casas encantadas, pero no el último.
Ahora, la grafopsicóloga ha recogido 30 casos más de este fenómeno a partir directamente de las declaraciones de sus protagonistas y describe los sucesos que algunos prefieren silenciar por miedo a la burla. “Es un fenómeno del que desconocemos su origen”, reitera Tahoces.
Uno de los casos de los que habla en el libro es ‘El “niño” de la emisora de radio’, situado en Madrid en 1977. A una locutora de radio le cambian el turno y debe trabajar los fines de semana de noche porque el compañero que lo hacía hasta entonces está de baja. Trabaja sola y empiezan a pasarle cosas: llaman a la puerta del estudio y no hay nadie, los ascensores suben y bajan solos, incluso en directo se le escapa algún grito porque escucha a través de los auriculares la voz de un niño que le llama por su nombre y que, incluso, llegó a ver en una ocasión al otro lado del estudio.
Pero parece que no era la única que había vivido cosas extrañas porque más tarde descubre que hay una jefa que tiene un vaso en la ventana porque cree que así ahuyenta a los espíritus y se entera que el compañero que estaba de baja lo estaba por las cosas extrañas que sucedían. A pesar de ello, teme que la tomen por loca y no le cuenta a nadie lo que vive. Quiere dejar el trabajo pero no se atreve a explicar el motivo. En el último momento, y afortunadamente para ella, le aparece una oferta de trabajo y deja la emisora de un día para el otro. Hoy el edificio en el que se encontraba la emisora no está ocupado, como ocurre con muchas de las casas de las otras historias.
En esta situación, explica Tahoces, la locutora pasó por todas las fases psicológicas que suelen atravesar los testigos. La primera la negación, pues cuando comienzan estos fenómenos los protagonistas que los sufren tienden a restarle importancia. Tras esto llega la duda, la constatación y la angustia, para llegar a la última fase que es la de buscar ayuda, aunque en muchos casos, añade la experta, muchos no dicen nada por miedo a parecer enfermos.
Tahoces reconoce también que a lo largo de todos estos años se ha encontrado con fraudes o cosas que tienen su propia explicación natural, pero asegura que suele haber un antes y un después para quien se enfrenta a estos fenómenos, que nunca vuelve a ser el mismo.