Que nadie haga el ridículo

Madrid

Espero...y deseo....que el cambio anunciado a bombo y platillo desde hace meses empiece a notarse ya el próximo domingo. Y voy a decirles por qué. Miren, una de las costumbres.... ¡qué digo costumbres!...uno de los vicios más molestos que han adquirido los partidos políticos es intentar convencernos la noche de las elecciones de que nadie ha perdido. Nadie. Todo el mundo gana: en escaños, en votos, en territorios, en subidas, en descensos, en porcentajes, entre los que visten traje, entre los mayores de 30 años, o de 62, entre los zurdos, los diestros....Es un poco como cuando salen los resultados del EGM en la radio, ¡a qué nos vamos a engañar!... Pero vamos, a lo que iba....este espectáculo de las noches electorales más que un fenómeno paranormal –que podría parecerlo- esa práctica lo que constituye es un insulto a la inteligencia de los ciudadanos. Y creo, sinceramente, que del terremoto social y político que estamos viviendo alguno de los mensajes más claros de esos ciudadanos hacia sus representantes tienen que ver con la humildad y la transparencia.

Ampliar

Cerrar

Así que ojalá el domingo por la noche nadie tenga la tentación de refugiarse en postureos o disimulos; sobre todo porque es posible que nadie vea colmadas sus expectativas del todo. Y además, sea cuál sea el partido más votado, haya más votos de izquierda o de derecha –porque esa división sigue ahí, por mucho que nos digan que es antigua- , pase lo que pase....la peor forma de arrancar un nuevo tiempo sería repitiendo viejos vicios. Además, como dijo Tarradellas en una frase muy oportuna para estos tiempos, en política se puede hacer de todo menos el ridículo.