Escándalos
Por fin, Rajoy ha hablado claro. Quiere una gran coalición, que incluya a Ciudadanos, para tranquilizar a los mercados

Madrid
Los actos solemnes siempre tienen el carácter de una representación en la que los símbolos adquieren un protagonismo tan desmesurado como efímero. Lo hemos vivido dos veces en muy poco tiempo, primero en Barcelona, después en Madrid. Ninguna de las anécdotas supuestamente explosivas que han sacudido a este país me parece relevante. Otras cosas sí.

JAVIER JIMÉNEZ BAS

JAVIER JIMÉNEZ BAS
Más información
Por fin, Rajoy ha hablado claro. Quiere una gran coalición, que incluya a Ciudadanos, para tranquilizar a los mercados. Es decir, quiere gobernar para continuar sirviendo al enemigo que ha arruinado a los españoles, para favorecer que los especuladores se sigan forrando gracias a nuestras pérdidas en bienestar, derechos y libertades. En el siglo XIX eso constituiría un delito de lesa traición. Ahora se llama responsabilidad y sentido del Estado. Pero, con ser muy grave, la ambición de Rajoy no me ha afectado tanto como la confesión de Anna Gabriel sobre la negociación de Junts pel Sí y la CUP, la cabeza del israelita que vale por diez cabezas palestinas. Esas palabras me helaron la sangre, pero no tanto como que la CUP siguiera negociando después de escucharlas. Es legítimo amar la revolución más que la independencia. Lo es amar la independencia más que la revolución. Pero la dignidad de las personas tendría que estar siempre por encima del amor y la ambición, por encima de todo. No existe nada más sagrado que la dignidad de un ser humano. Menospreciarla es una ofensa sólo superada por el imperdonable desprecio de la propia dignidad. Eso sí que es un escándalo, y no las fórmulas de los juramentos.




