Vergüenzas

Madrid

Uno de mis momentos favoritos de ‘La gran bellezza’ es cuando el protagonista, Jep Gambardella, le descubre a su chica que él tiene acceso a todos los palacios de Roma. Y se los abren de madrugada para ellos. Si tú estás viendo esa película con tu chica, como me ocurrió a mí, olvídate de iros a cenar al McDonalds a terminar.

Ampliar

Cerrar

Se me ocurre que la chica de Gambardella tenía una gran sensibilidad cultural pero no religiosa. O al menos no religiosa a la manera en que puede tenerla el Gobierno iraní. Porque entonces además de tener la llave que abriese todos los palacios de Roma, el protagonista de la película, además de elegancia, debería de tener también sábanas para tapar las Venus.

Mi pregunta es: ¿Cuánto vale el Renacimiento?, ¿alguien ha tasado alguna vez esa época? ¿Puede subastarse en Christie’s? ¿Los terroristas destrozan arte en Afganistán y Siria y Roma lo tapa? Es decir, ¿cuál es el precio de tu civilización? ¿Por cuánto dinero tienes que sacar el vino de la mesa, el arte de los museos y arrastrarte delante de un régimen que cuelga homosexuales para no ofenderle? Cuando el presidente italiano vaya a Irán, ¿van a destapar a las mujeres para que no se enfade?

Fue la propia delegación iraní la que pidió antes que se cubriesen las Venus desnudas por "respeto a su cultura”. El Gobierno italiano, con mucho tacto, debió de responderle que no estaba hablando con Facebook, que censura pezones, sino con una democracia occidental. Una democracia que se asienta, como todas, sobre la libertad y la igualdad de sus ciudadanos. No se me ocurren vergüenzas peores que ocultar tu mayor motivo de orgullo. Es la cesión a un chantaje que no tiene que ver con los negocios sino con lo que eres. Siendo Italia. Siendo Roma. Pobrecito Gambardella: en la segunda parte de ‘La gran bellezza’ va a tener que llevar a su ligue a comer un gofre.