Sólo en Pakistan hay 4 millones de víctimas atacadas por ácido
La fundación de cirujanos 'Sigo Adelante' viaja a Pakistán para operar a mujeres quemadas
“Había mucho casos y fue muy dificil decidir a quién operar”
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Madrid
Hay cosas que empiezan sin que uno se lo proponga, como por casualidad. Esta historia que vamos a contar empezó un poco de esa manera. Nos lo explicaba Masarrat Misbah, una mujer pakistaní que vive y trabaja en Lahore donde tiene un centro de belleza. Un día una mujer, atacada con ácido, con el ojo y la nariz quemados y la cara pegada al cuello, entró y me preguntó si podía maquillarla, si podía disimular las quemaduras y dejarla bonita.
La respuesta de Masarrat fue sincera. Le dijo a esa mujer que no podía ayudarla, pero añadió que iba a buscar a alguien que tal vez pudiera hacerlo. Un médico. Y así empezó todo. Localizó a algunos amigos. Se fue pasando la voz y creando la red de ayuda. Así que Masarrat pensó que si podía ayudar a una podría ayudar a más y dio el siguiente paso. Puso un anuncio en un periódico: “si estás quemada puedo ayudarte, llámame”. Recibí 42 llamadas.
Así nació “Depilex Smileagain Foundation” una ONG local que ofrece tratamientos gratis a las mujeres quemadas con ácido. Casi todas muy jóvenes, algunas niñas de 11 o 13 años. Atacadas por rechazar una propuesta de matrimonio, por celos o porque sus padres no han pagado la dote prometida a su marido. La violencia contra las mujeres no es un problema cultural o religioso, nos decía Masarrat, existe en todos los países del mundo. En algunos, como España, las mujeres mueren. En Pakistán las matan día a día porque el ácido que quema sus caras quema también su futuro.
Esta ONG, la única que trabaja en Pakistán con estas mujeres, ha conseguido no solo la colaboración de médicos pakistaníes también daneses, canadienses, australianos y españoles. Hasta ese país han viajado desde Zaragoza Sonia Peña y Julio Murillo, cirujanos plásticos, de la Fundación “Sigo Adelante”. Julio recuerda como una de las mujeres seleccionadas para ser intervenida no pudo acudir a la operación porque su marido y agresor se lo impidió. Le daba miedo, nos cuenta Julio, que recuperara su rostro, que quedara tal como era antes del ataque. Algo imposible. El trabajo de estos cirujanos no consiste en embellecer a estas mujeres sino en conseguir que puedan utilizar la boca, la nariz o las orejas destrozadas por el ácido.
Muchas de las mujeres atacadas con ácido siguen viviendo con su agresor porque no les queda otra. Son pobres, no pueden tener otra vivienda ni dar de comer a sus hijos ni conseguir, en la mayoría de los casos, un trabajo, así que siguen atadas a quien las ha quemado.
Le pregunto a Masarrat, presidenta de la ONG “Devuélveles la sonrisa”, por el tratamiento psicológico, que seguro también necesitan y reconoce que es muy importante pero más complicado de obtener porque la mayoría de estas mujeres no viven en ciudades donde puedan ser atendidas. Así que ella ha organizado sus propias terapias y un par de veces al año las reúne en su casa para llevarlas al médico, hablar y comer juntas.
Pakistán cambió las leyes en 2011 para encarcelar o multar a los agresores , pero aún son muy pocas las mujeres que denuncian. Una parte de la sociedad y también la policía piensa que son temas domésticos y que se deben resolver dentro de la familia. Por eso hay dos palabras que esta mujer repite constantemente. Educar, sobre todo a los niños, futuros hombres, para que rechacen estos comportamientos. Y visibilizar, dar voz a las que se han quedado sin boca, sin orejas o sin rostro. La vida de Masarrat cambió el día que una de esas mujeres entró en su salón de belleza, podía haber dicho simplemente que no podía ayudarla, en lugar de eso decidió implicarse.